jueves, 21 de abril de 2011

UNA PLUMA AL SERVICIO DE LA CLASE OBRERA MAURO BAJATIERRA MORÁN (1884-1939)


Reproduzco el artículo publicado por "Cuadernos para el Dialogo" sobre Mauro Bajatierra, a propósito de la publicación del libro sobre este panadero y periodista anarquista.

Hay una cosa peor que la muerte, que es el olvido. Y cuando hablamos de la figuras del movimiento obrero español, en muchos de los casos, hablamos del olvido. El olvido generado por casi 40 años de dictadura que no paró de reprimir hasta el último suspiro del dictador. Y junto con esa represión se instaló un olvido obligado, que tras años de la muerte de Franco se ha convertido en un olvido sociológico. Las víctimas de la represión franquista no tienen su lugar.

Por ello la tarea de recuperación se hace ingente. Casi, a veces, inabarcable. Y en esa tarea de recuperación te encuentras en ocasiones con personajes extraordinarios, que cuando los investigas de cerca te das cuenta de la trascendencia y la importancia que tuvieron en el momento que les tocó vivir. En este grupo se encuentra la figura de Mauro Bajatierra Morán.

Descubrir la figura de Mauro Bajatierra no ha sido fácil. Y aquí siempre habrá que hacer mención a la importante que LaMalatesta editorial lleva a cabo en la recuperación y difusión de las figuras del movimiento libertario. Este proyecto surgido en el año 2005 y que desde el 2008 tiene su ubicación en la Calle Jesús y María (en el madrileño barrio de Lavapiés), está realizando una magnífica labor en esta línea.

De Mauro Bajatierra tan solo conocíamos algunos datos deslavazados. Militante anarquista, cronista de guerra en el diario CNT y que fue asesinado al finalizar la Guerra Civil, siendo una de las primeras víctimas de la represión franquista. Muchos libros citaban a Mauro Bajatierra pero siempre en la línea anterior. Poco más se sabía de él.

Pero leyendo sus crónicas de guerra descubrías a un personaje apasionante. Muchas fueron las crónicas y los cronistas durante el periodo bélico. Destacaríamos a Manuel Zambruno Nobruzán, Elías García (ambos anarquistas) o las de Jesús Izcaray o Clemente Cimorra (comunistas). Pero las de Mauro tenían algo que no tenían el resto. Sabía unir la tragedia de la guerra, plasmar el crimen que los golpistas contra la República estaban perpetrando y al mismo tiempo unirlo con el humor. Bajatierra comprendía que la moral no solo se conseguía con enardecidos discursos sino también con la sonrisa en un panorama que no era precisamente el mejor. Los motes a los rebeldes golpistas, la cercanía de Bajatierra con el combatiente y su propia implicación en el conflicto y en la lucha le pone por encima de cualquier otro cronista de guerra. Crónicas fidedignas, porque la investigación histórica nos ha mostrado que eran completamente verídicas.

Solo por sus crónicas de guerra la figura de Bajatierra ya es extraordinaria. Pero su muerte, o mejor dicho, su asesinato por las tropas rebeldes franquistas cuando llegan a Madrid, no deja de ser una muerte heroica. Bajatierra se niega a exiliarse. Se considera viejo y cansado. Y él era consciente de lo que les esperaba. Caminó ese 28 de marzo de 1939 hacía su domicilio en la calle Torrijos (en el madrileño barrio de la Guindalera) y allí defendió su vida hasta el último cartucho de su fusil. Al ser asesinado el cuerpo de Bajatierra es trasladado al depósito de cadáveres y allí, en su parte de defunción, comienza la infamia. Según dicho parte Bajatierra murió de un síncope. Un pequeño ejemplo de lo que será esa “justicia” franquista. Un Estado ilegal, pues proviene de un golpe de Estado, y un gobierno formado por criminales y delincuentes, como las investigaciones históricas nos están demostrando.

¿Pero quién era en realidad Mauro Bajatierra? ¿Quién era ese personaje que redactaba esas crónicas? ¿Quién era esa persona que tuvo una forma tan heróica de morir? Estás preguntas y estos interrogantes es lo que generó la investigación y posterior publicación del libro Mauro Bajatierra. Anarquista y periodista de acción.

Rastrear a Mauro Bajatierra no ha sido tarea fácil. Nunca es fácil hacer una biografía. Pero en este caso (como en otros muchos que están por venir) era completamente necesario. Para conocer la importancia del personaje hay que retrotraerse a los inicios del siglo XX. Y a partir de ahí podremos comprobar la vinculación trascendental de Mauro Bajatierra en el movimiento obrero madrileño y en el desarrollo del anarquismo en la capital de España. Dejando a un lado las colaboraciones que Bajatierra tuvo en periódicos satíricos de la época, la colaboración con la prensa anarquista y obrera data de 1908, en el periódico Humanidad. Mauro Bajatierra dinamiza la creación del Ateneo Sindicalista de Madrid, embrión de la CNT madrileña de formación más tardía. Mauro Bajatierra es fundador del grupo anarquista Los Iguales (que editaron primero Los refractarios y luego El Hombre Libre) en Madrid, que es uno de los mejores precedentes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) fundada en 1927. Y junto a esta militancia anarquista tan definida, Bajatierra siempre militó en las sociedades obreras de panaderos adscritas a la Unión General de Trabajadores (UGT). El sector de los panaderos era mayoritariamente socialista. Bajatierra con una conciencia de clase muy definida entendía que su lugar estaba en la sociedad obrera donde estaban sus compañeros de oficio y de lucha. Era tal el prestigio de Mauro Bajatierra en el movimiento obrero de la capital de España que acude a los comicios de la UGT donde hace una defensa del asociacionismo obrero, de la acción directa y una crítica a los dirigentes de la central socialista, como Pablo Iglesias, Manuel Cordero o Francisco Largo Caballero. Igualmente el prestigio de militante obrero se plasma en que Bajatierra siendo panadero preside también la Federación de Obreros Peones y Braceros de España, porque así lo determinó los miembros de esta sociedad. También escribió en el periódico El Tranviario, órgano de los obreros de dicho sector en Madrid. Y sus luchas las deja muy bien plasmada en sus escritos periodísticos y libros.

Junto a toda su militancia obrera, Mauro Bajatierra fue un activo militante de la masonería. Perteneció a la logia La Cantoniana de Madrid, donde coincidió con personajes de primer orden como Eduardo Barriobero y Herrán. Una militancia en la masonería en la que alcanza el grado 3 (Maestro Masón), ocupando varios cargos en las distintas logias por las que pasa, y de la que siempre estuvo vinculado. Su expediente de depuración masónico data de 1947. Es decir, ocho años después de su asesinato.

El prestigio de Mauro Bajatierra y su lucha constante por los derechos de la clase obrera le hizo visitar en más de una ocasión la cárcel. Quizá el juicio más famoso al que es sometido es aquel en el que le acusan de haber participado en el magnicidio contra el presidente del gobierno Eduardo Dato Iradier, en abril de 1921. A Mauro Bajatierra le acusan de comprar las pistolas que sirven a Mateu, Nicolau y Casanellas para ejecutar al presidente del gobierno. La inocencia de Bajatierra es demostrada de forma magistral por su abogado defensor, Pedro Rico. Este, durante la Segunda República será alcalde republicano de Madrid.

La dictadura de Primo de Rivera lleva a Mauro Bajatierra al exilio. Residió en París, donde en ningún momento abandonó su actividad política. Participa de distinta reuniones con la idea de expulsar al dictador y al Rey de España, teniendo como objetivo primario la proclamación de la República. Este era el objetivo mayoritario del movimiento anarquista en el exilio. Desde Bajatierra hasta Manuel Buenacasa, pasando por Eusebio C. Carbó, entre otros. Estas actividades llevan a que las autoridades pidan la expulsión de Bajatierra de la capital francesa, recalando en Bruselas y en Berlín, aunque siguió de forma clandestina en París durante bastante tiempo.

Con el fin de la dictadura Bajatierra vuelve a España y desde las páginas de distintos periódicos hace críticas a las políticas que desde el gobierno republicano-socialista se están llevando a cabo. Su participación es importante en un primer momento en La Tierra, dirigido por Salvador Cánovas Cervantes y donde también colaboraban personajes como Eduardo de Guzmán o Melchor Rodríguez. Pero a partir de noviembre de 1932, con la fundación por Avelino González Mallada del diario CNT, su pluma se pone al servicio del portavoz de la Confederación Nacional del Trabajo, con el que no paró de colaborar hasta su muerte.

Todo esto ya sería motivo de tener delante de nosotros a un personaje sin igual. Pero Bajatierra también legó un extraordinario trabajo en folletos y libros. Distintos folletos de defensa del movimiento anarquista, análisis sociales y memorias de su participación en procesos, como sus hoy ilocalizables dos volúmenes de su estancia con los zapatistas en México en 1914. Junto a esta producción hay también una ingente labor literaria con la publicación de novelas y cuentos infantiles. Mayoritariamente en la colección “La novela ideal” de la familia Montseny, o bien a través de la editorial del propio Bajatierra llamada Plus Ultra. También es autor de tres obras de teatro estrenadas en durante el periodo republicano.

Y no ha sido fácil reconstruir la vida de Mauro Bajatierra. Hacer una biografía nunca es sencillo. Los datos y la documentación están completamente fragmentados. Un poco en los archivos de la CNT (Fundación Anselmo Lorenzo), otro poco en el Archivo Histórico Nacional en Madrid, bastante más en el Centro Documental de la Memoria Histórica en Salamanca, muchos de sus textos en la Biblioteca Nacional en Madrid, sus artículos en la Hemeroteca Municipal de Madrid, etc. Pero si bien rastreando en todos estos archivos en España se recompone su vida y su obra se ha hecho necesario también recurrir a los archivos fuera de las fronteras españolas. Algo se encontró sobre él en el Instituto de Historia Social de Amsterdam. Otro poco en los archivos de la Federación Libertaria Argentina (FLA) y bastante documentación sobre su etapa de exilio en el Archivo Histórico Nacional de Francia en París, en los archivos de la Prefectura de Policía de París y en el Archivo de Fontainebleau.

Recuperar a Mauro Bajatierra Morán ha sido toda una aventura. Y con él no solo se ha reconstruido la historia de este panadero, periodista y anarquista. También se ha recuperado parte de la historia del movimiento obrero y del anarquismo madrileño. Y con ello un trozo de la España derrotada.

Mauro Bajatierra Morán ha salido del ostracismo.

Julián Vadillo Muñoz

jueves, 14 de abril de 2011

ILUSIONES Y ESPERANZAS DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA


Hace 80 años España amanecía llena de entusiasmo e ilusión. Tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que da una victoria a las candidaturas republicanas en las capitales de provincia, y por una presión popular incontenible, Alfonso XIII abandona el país con su séquito y se proclama la Segunda República española (14 de abril)
Era una ruptura con un pasado ominoso. La monarquía borbónica belicosa había llevado al país al colapso. Tanto es así que, incluso, cuando su final estaba cerca, recurrió a la instauración de una dictadura (la de Miguel Primo de Rivera) para salvar los muebles. Pero tras unos años de fuerte represión, la caída de la Casa de Borbón estaba servida.
Cayó la monarquía y se proclamó la República. Y comenzó un periodo de amplitud de libertades, de recorrer un camino que había sido bloqueado.
La República del 14 de abril tuvo grandes aciertos. Fue un periodo donde se ampliaron los derechos. Exigencia de la población obrera. El gran acierto de la República fue la educación. Durante los dos años del primer bienio republicano, gobernado por republicanos y socialistas, se construyeron más escuelas y centros de instrucción que durante toda la monarquía de Alfonso XIII. La República llevó la cultura a los pueblos. Algo que se reclamaba. Algo que los Ateneos y Centros obreros de anarquistas y socialistas llevaban haciendo desde hacía mucho tiempo pero con medios mucho mas modestos. La alfabetización era algo fundamental en el movimiento obrero y lo había llevado a cabo. La República monta las Misiones Pedagógicas, crea escuelas, forma a los maestros y profesores, impulsa la creación de institutos de segunda enseñanza, se reforma la Universidad.
Otros derechos reclamados se impulsan. Libertad de asociación tras una dictadura que había reprimido duramente las posiciones contrarias a su establecimiento, sobre todo contra anarquistas y republicanos. Libertad de prensa. Libertad de opinión.
Se establece el sufragio universal, tanto para hombres como para mujeres. Será en 1933 cuando las mujeres españolas podrán ejercer por primera vez el derecho al voto. Una defensa del sufragio femenino colosal por Clara Campoamor, diputado por el Partido Radical, en la primera legislatura, que contó con el escepticismo de otras mujeres como Victoria Kent, diputada por el Partido Radical-Socialista, Margarita Nelken, diputada del Partido Socialista Obrero Español (que no participó en el debate), o la indiferencia de mujeres como Federica Montseny, anarquista, que consideraba prioritario otros derechos para la mujer. Es el momento en el que comienza despuntar mujeres de la talla de Hildegart Rodríguez Carballeira. Ser aprueba en 1932 la Ley del Divorcio y ya en Guerra, en 1936, la Ley del Aborto (impulsada siendo Ministra de Sanidad y Asistencia Social Federica Montseny)
Es un momento del desarrollo de las vanguardias artísticas, de la creación.
Es el periodo de la verdadera laicización. Es decir, de la separación Iglesia-Estado. La República nació laica. Dio libertad de culto. Algo que la Iglesia católica jamás perdonaría. El perder su poder e influencia (en educación, en la sociedad) hizo que la población española se encontrara con una Iglesia cainita, vengativa y beligerante. Pero el ritmo de la sociedad era separarse definitivamente del yugo vaticanista.
Se configura una nueva forma de Estado y en el artículo 6 de la nueva Constitución se elimina la guerra como instrumento de política nacional.
Pero la República falló en problemas estructurales del país. Sobre todo en material laboral. No se acometió con la contundencia que se reclamaba la Reforma Agraria, uno de los principales escollos de España. La expropiación a un reducido número de terratenientes monárquicos y el desigual reparto de la tierra, hizo que los jornaleros pronto comenzasen a criticar estas medidas republicanas por insuficientes. El plan de la Reforma Agraria era demasiado extenso en el tiempo. Y la miseria y el hambre de los jornaleros era inmediata. Aquí se sitúan sucesos como los de Arnedo o Castiblanco, encabezados por miembros de la UGT, o los de Casas Viejas, impulsados por los anarquistas, que pedían una verdadera igual social y económica.
A pesar de que la República avanzó en leyes proteccionistas laborales, también fueron insuficientes. Las leyes del trabajo, así como la Ley de Términos Municipales (solo se podía contratar a gente del municipio) y la Ley de Vagos y Maleantes (aplicando en muchas ocasiones en cuestiones laborales), se tornaron en leyes mas represivas que conciliatorias con el movimiento obrero. Cuando se aprobó la Ley de Defensa de la República se demostró que determinados republicanos temían mas el poder e influencia del movimiento obrero español (mayoritariamente anarquista) que a los verdaderos enemigos de la República, que eran los reaccionarios que se sublevaron contra ella en julio de 1936. La propia constitución de los Jurados Mixtos, impulsadas por el ministro de trabajo Francisco Largo Caballero, tenía una finalidad clara: eliminar del panorama sindical a la CNT para favorecer los intereses de la UGT. Los cenetistas advirtieron al ministro que ese sistema se volvería contra él. Y cuando ganan las derechas en noviembre de 1933 ese sistema excluye a la UGT que opta por los pactos y alianzas con los anarcosindicalistas. La República reprimió duramente, en alguna ocasión sangrientamente, al movimiento obrero.
Cuando en noviembre de 1933 ganan las derechas las elecciones se producen tremendos retrocesos en los derechos adquiridos. Incluso los que fueron los fallos de ese primer bienio republicano-socialista sufren una dura merma. Y eso hace reaccionar a la población que había traído la República. No iban a permitir que sus derechos fueran pisoteados una vez más. Y salen a la calle a defenderlos. Ahí se entiende la Revolución de Asturias de 1934, sangrientamente reprimida por Lerroux y la CEDA. La movilización hizo que las izquierdas confluyeran. Nació el Frente Popular conformado por el PSOE, UGT, PCE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Sindicalista, etc. La CNT y sus militantes, aunque no participa directamente en el Frente Popular (se integrará en él durante la Guerra Civil), dará libertad a sus militantes y votaran en amplia mayoría a las candidaturas frentepopulistas. Un ejercicio de pragmatismo y aun de responsabilidad del anarquismo español, que al igual que aceptando participar en Guerra de las instituciones republicanas, demuestra hasta que punto de los anarquistas estaban al servicio de una mejor calidad de vida de los trabajadores españoles y porque no se retrocediera ningún derecho más. Solo cabía avanzar. En febrero de 1936 las izquierdas vuelven a ganar las elecciones.
Pero las derechas no daban tregua. Desde el mismo 16 de febrero, día de la victoria del Frente Popular, la derecha conspira. Parte del Ejército, la Iglesia, los fascistas, se sublevan contra la República en julio de 1936. Y una vez más el pueblo, generoso, no va a permitir que se establezca una dictadura, que vuelvan a mandar los de siempre. A pesar de que la República ha actuado duramente contra los trabajadores en muchos aspectos, estos se lanzan a defender esa República que trajeron el 14 de abril de 1931. Era el inicio de la Guerra Civil. Otra historia con un final trágico que sumió a España en una larga noche.
Una larga noche en la que algunos, aun hoy, no quieren encender la luz. Donde la continuidad de estructuras de la dictadura siguen intactas y todo recuerdo y reivindicación de la República o de lo que sucedió durante la República es silenciado y condenado al ostracismo como hizo Franco en sus largos años de dictadura, represión, terror y genocidio.
Ya es hora de restablecer nuestros verdaderos derechos y libertades.

martes, 5 de abril de 2011

Las repercusiones de la Comuna de París


El movimiento revolucionario generado en París no pasó desapercibido para otras poblaciones de Francia que intentaron emular su ejemplo. Saint-Etienne, Le Creusot, Marsella, Toulouse o Narbona son ejemplo de ello. Pero es quizá Lyon la ciudad donde la revolución tomó un carácter más similar al de París. Allí incluso llegan a intervenir personajes del primer orden del movimiento obrero internacional como Mijail Bakunin o James Guillaume. A pesar de todo, estos movimientos se desmoronaron y la represión también recayó sobre ellos.

Pero la liquidación de la Comuna de París no significó el fracaso de sus ideas. Muy por el contrario el movimiento revolucionario parisino se insertó en el imaginario colectivo del movimiento obrero internacional. Y la solidaridad de las distintas secciones de la AIT con los revolucionarios de París es un ejemplo de ello. Como ejemplo cabe citar el manifiesto que el periódico La Federación de Barcelona emite el 14 de mayo de 1871, pocos días antes de la masacre que se produciría en París. Una comisión formada por franceses y españoles emitió un comunicado de completo apoyo a la Comuna. Incluso algunos participantes de la Comuna, como Paúl Lafargue, recalan en España para huir de la represión feroz del gobierno de Thiers.

Las enseñanzas de la Comuna no fueron ajenas para posteriores procesos revolucionarios. Tan solo dos años después de la Comuna de París en España se sucedieron una serie de acontecimientos de carácter revolucionario con la Primera República ya proclama. El fenómeno del cantonalismo y la plasmación del federalismo en ese movimiento tienen como principal antecedente a la Comuna de París. A pesar del fracaso del movimiento cantonal, que contó con el apoyo de los internacionalistas de la AIT, hubo ciudades como Cádiz (con la figura de Fermín Salvochea), Alcoy o Cartagena donde las experiencias revolucionarias alcanzaron cotas muy altas.

La Comuna de París se convirtió igualmente en una fecha de recuerdo y conmemoración de la primera experiencia de la toma de su propio destino por la clase obrera. Todas las tendencias del socialismo, desde los marxistas hasta los anarquistas, la reivindicaron como un ejemplo de la plasmación de sus ideas.

Igualmente la Comuna sirvió como pretexto a los gobiernos europeos para reprimir de forma agresiva al desarrollo de los movimientos obreros.

Se sucedió la iconografía de la Comuna, así como la extensión de canciones que recordaban el acontecimiento. Un primer ejemplo es el poema “La Internacional” de Eugene Pottier, compuesto durante el trascurso de la Comuna, que en 1888 Pierre Degeyter le dio música y se convirtió en un himno de los trabajadores de todo el mundo. Otras canciones como la “Semaine Sanglante”, recordaba la crueldad con la que fue reprimido el movimiento comunero. Pero el gobierno francés persiguió cualquier atisbo de recordatorio de la Comuna de París, por lo que durante mucho tiempo estas canciones fueron proscritas. A pesar de ella los revolucionarios se valieron de canciones anteriores como “Le temps des cerises”, que a pesar de componerse en 1866 (años antes de la Comuna de París), los revolucionarios la tomaron como recordatorio del movimiento parisino, pues en el mes de marzo (mes que se inicia la Comuna) es el tiempo de la recogida de las cerezas. Un trasfondo de una canción popular que logró burlar a la ley.

Todo lo relacionado con la Comuna y sus enseñanzas se insertaron dentro de la cultura obrera reivindicativa que tuvo en las enseñanzas parisinas la mas alta expresión de sus ideas hasta la Revolución de 1917 en Rusia (el majnovismo es un ejemplo de ello) y la de 1936 en España, las cuales siempre tuvieron el ejemplo de la Comuna de París.