lunes, 25 de junio de 2012

La Idea. Negre sobre blanc. Articles de Josep Alomá

El pasado 22 de junio se presentó en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid la presentación del libro La Idea. Negre sobre blanc. Una recopilación de artículos del anarquista tarraconense Josep Alomá. Edición a cargo de su nieto, Ramón Gras Alomá. Una presentación que contó con la presencia de Heleno Saña, Pablo Herrero y Julián Vadillo. Se podría haber hecho una entrada en ésta bitácora sobre el libro y su contenido. Pero he preferido volcar el texto de la presentación de Ramón Gras, que resumen mejor que nadie la necesidad de recuperación de la figura de Josep Alomá, completando así la biografía que le dedicó en el 2009 con el título Alomá. Una utopía, una esperança así como el documental con el mismo nombre. Me quedo con una frase de Ramón para hacer una crítica que define la sociedad actual y que tiende a buscar nuevos valores "(...) una sociedad que recompensa lo bajo y lo vulgar y condena lo elevado."

En primer lugar, quiero agradecer vuestra presencia hoy en el Centro Cultural Blanquerna, con motivo de la presentación de La Idea, negre sobre blanc. También la generosidad de los ponentes que me han precedido.

Constituye una excelente noticia que los sectores más avanzados de la juventud, con personas como Julián Vadillo al frente, desarrollen su actividad investigadora en el ámbito de la historia del anarquismo, el movimiento más brillante, sofisticado, de mayor arraigo popular e impregnado de humanismo que ha conocido la península ibérica. La publicación de su estudio biográfico del gran militante libertario Mauro Bajatierra, así como otros estudios que Julián ha publicado que mucho tienen que ver con la tesis doctoral que está desarrollando, son una importante contribución al conocimiento de un periodo, de unas ideas y sobre todo de unas personas, que completan un vacío historiográfico y que hoy pueden ayudar a iluminar el difícil camino que se nos presenta. Enhorabuena, Julián, y gracias por estar hoy aquí.

En este sentido, pocos sitios tan adecuados como el Centro Cultural Blanquerna, representación de la cultura catalana en Madrid, para recordar el enorme vacío historiográfico que existe con respecto al movimiento libertario y sus figuras. Aunque parezca sorprendente, todavía no se ha acometido la tarea de elaborar las biografías de personas tan significadas como Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Joan Peiró, Joan Puig Elias, Fèlix Martí Ibáñez, Diego Abad de Santillán, Josep Llunas, Eusebi Carbó, Josep Viadiu, Llibertat Ròdenas, Roser Dulcet, Joan Saña Magrinyà, y tantos y tantos otros militantes entregados a la causa de luchar por una humanidad mejor.

En su excelente biografía del gran intelectual y militante revolucionario, y quien fuera secretario general de la CNT Andreu Nin, el historiador Pelai Pagès nos cuenta que el proyecto de ensayo para el cual Nin acumulaba notas y estudios durante la primavera de 1937 consistía en una biografía de Salvador Seguí, a quien Nin consideraba sin ningún género de dudas el coloso del movimiento revolucionario en Catalunya y España. Lamentablemente Nin fue secuestrado y asesinado por agentes soviéticos, títeres de Stalin afincados en la España republicana, con la colaboración y aquiescencia de elementos del PSUC y del PCE, de modo que dicho trabajo no se pudo completar.

El trabajo de investigación, con frecuencia laborioso, callado, arduo, ofrece sin embargo en ocasiones recompensas de valor incalculable. Supuso una enorme alegría el recibir en mayo de 2010 el mensaje de Pablo Herrero, en el que me comunicaba que había encontrado artículos de Alomà en sendas colecciones parciales del periódico “Sur”, conservadas respectivamente en el Archivo General Militar de Ávila y en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca.

Además de los numerosos paralelismos que podemos trazar entre la trayectoria de Hernández Alfonso y Alomà, fue muy revelador el profundizar en el conocimiento del papel de ambos en las últimas semanas de la guerra, cuando se opusieron frontalmente al totalitarismo estalinista, y decidieron permanecer en territorio español, a pesar de que la victoria militar del bando nacional era ya una realidad de facto, y los dirigentes de determinados partidos políticos llevaban ya semanas repartiéndose el botín en el exilio, con la salvedad de Julián Besteiro y unas pocas honrosas excepciones.

Hernández Alfonso permaneció voluntariamente en la sede de Sur, que fue el último periódico antifascista que clausuraron las fuerzas de las potencias del Eje. El Dr Fèlix Martí Ibáñez, destacado militante de de la FAI y la CNT, ofreció a Alomà la posibilidad de marcharse a los Estados Unidos, pero a pesar de los graves peligros que suponía el permanecer en lo que ya era la España del fascio, Alomà decidió quedarse, y afrontar todas las consecuencias, por coherencia y lealtad a su familia y a sus compañeros. Gracias, Pablo, por tu amistad y enhorabuena por la labor que estás desarrollando en la recuperación de la figura de tu abuelo.

Hay dos momentos más que cabe destacar. En primer lugar, cuando el historiador Jordi Piqué, autor de La Crisi de la rereguarda, Revolució i guerra civil a Tarragona 1936-39, me facilitó las grabaciones de las tres entrevistas que le hizo a Alomà en los años ochenta. El otro momento fue cuando Heleno Saña aceptó la invitación de prologar el libro que presenta la antología periodística de Josep Maria Alomà. Fiel al legado de sus padres, Heleno Saña ha puesto siempre su elegante pluma al servicio de la verdad y de la causa de los desheredados de la tierra, al margen y frecuentemente en contra de las capillas de pseudointelectuales que ejercen de apologetas del orden vigente.

En un momento en que cobra aún mayor fuerza la traición de los intelectuales de la que hablaba Benda, y haciendo buena la cita de Luis Hernández Alfonso que reza que por el camino de la claudicación sólo puede llegarse al abismo de la esclavitud, Heleno Saña eligió la independencia, eligió la libertad.

La obra filosófica, histórica, de estudio económico, poética, y literaria de Saña no necesita presentación. No hace falta destacar cómo nos ha acercado la filosofía grecolatina, el humanismo cristiano, las figuras del pensamiento moderno o sus innovadores planteamientos en relación con la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, que tan bien conoce. Su enorme contribución a la historia del pensamiento no tiene parangón en nuestros días en España, pero para mí tiene un valor incluso mayor el que nos haya honrado con su amistad y con su generoso y hermoso prólogo.

Josep Alomà definió al anarquismo como “un ideal de bondad, de belleza, de servicio a los demás y sobre todo de independencia personal”. Pero este ideal no debía imponerse a cualquier precio: su asimilación precisa de la aceptación del principio de libertad y del respeto al otro, al prójimo, a sus ideas y a su persona.

Durante los enfrentamientos de los Sucesos de Mayo, Alomà escribió en su editorial del Diari de Tarragona del 7 de mayo de 1937: “Contribuïm tots plegats, oblidant odis i rancors, a posar la pau en tots els esperits i en totes les llars. La superioritat dels partits, de les idees, es demostra per la força moral de les seves conviccions, mai per l’esperit de revenja o represàlia. Col·laborem tots junts en l’obra comuna, que és derrocar el feixisme”.

En este sentido, podemos recordar las palabras de Diego Abad de Santillán, filósofo de la FAI y quien ostentara el cargo de Conseller d’Economia de la Generalitat de Catalunya durante el periodo revolucionario:



“Si Cristo hubiese sido un calculador frío e indiferente a la suerte de los hombres de su tiempo, no habría sido crucificado; pero por algo se ha convertido en un símbolo de justicia; la causa que predicaba, la verdad que difundía valían más que su vida material, perecedera. Cristo es la no-violencia y el anarquismo que fue circundado por la aureola del heroísmo, es una traducción más moderna de la no-violencia, levadura y fermento de un mundo sin explotadores y sin expoliados”.

En estos momentos de colapso de las sociedades occidentales, en que entran en crisis las ideas-basura que entienden a la persona como mero objeto; en estos momentos de apoteosis de la mendacidad sistemática de los medios de adoctrinamiento de masas, de una sociedad que recompensa lo bajo y lo vugar y condena lo elevado; en estos momentos en que la servidumbre voluntaria y la confusión interesada han tenido una gran difusión en las últimas décadas, dejando un poso de destrucción, deshumanización, aculturación y embrutecimiento sin igual en la historia de la humanidad; precisamente en estos momentos, es cuando más necesario es recuperar la valía de la persona, el individuo; condición previa para construir una sociedad mejor.

Si necesitamos ejemplos para orientar nuestro proceso reflexivo y nuestro obrar humano, los encontraremos muy cerca. Cuando hoy vemos cómo entra en declive la época del individuo atomizado, aturdido, narcotizado y teledirigido, cuando esta época lleva décadas dando muestras de su capacidad destructora de lo humano, cuando el individuo medio actual se muestra incapaz para empresas colectivas trascendentes dignas de tal nombre, no está de más recordar, que no hace mucho tiempo hubo hombres y mujeres que articularon un movimiento social revolucionario, partiendo de la herencia espiritual más sublime de la tradición occidental.

Era el movimiento anarquista, que Josep Alomà definió el primero de junio 1979 como “el ideal de más elevada concepción ética, filosófica, sociológica y de integral, pleno y viviente humanismo, el más moderno, novísmo y de impulsión constantemente renovadora entre las ideologías existentes y conocidas”.

El 21 julio de 1937 Alomà había afirmado: “L’Espanya lleial, l’Espanya proletària ha sabut, amb el seu únic esforç, fer d’una Espanya inquisidora, d’una Espanya ignorant i arruïnada, un poble culte i fecund que és l’admiració del món. Poc esperaven ells que un poble sotmès durant segles i més segles a la misèria i a l’esclavatge moral, pogués parar els peus a la bèstia feixista que compta amb l’ajut del capitalisme mundial i pogués arribar a crear tot allò que ells mai no havien pogut fer”.



Josep Alomà se implicó en la defensa de los trabajadores del agro, de la industria, también de los llamados trabajadores de cuello blanco, cuando fue nombrado Presidente del Sindicato Único de la Enseñanza y Profesiones Liberales; luchó por los presos; por una la economía libre y colectivizada, por la difusión de la cultura, y en su gran obra que fue la implantación en la provincia de Tarragona del Consell de l’Escola Nova Unificada.

Pero a la vez que nacía un nuevo mundo, aprovechando la confusión propia del momento, se produjeron actos vandálicos y de rapiña, frecuentemente motivados por el deseo de venganza, actos que los revolucionarios conscientes repudiaron y combatieron. El sacerdote Salvador Ritort Faus declaró en el juicio de 1940:

El que suscribe, Reverendo Salvador Ritort Faus, organista de la Catedral y profesor de música de la Casa de Beneficencia,



DECLARA: Que conoce a Don José Alomà Sanabras, estándole sumamente agradecido como benefactor mío durante el periodo revolucionario, pues debido a mi condición de sacerdote perseguido,me refugió en la Casa de Beneficencia, evitando que se efectuaran registros en dicho establecimiento como querían efectuarlos las patrullas y elementos revolucionarios con el fin de mi captura.



Además me consta, por personas que me merecen absoluto crédito, que el mencionado José Alomà interpuso todo su esfuerzo para que no fuese saqueada la Catedral de Tarragona. Por su intervención fueron llevadas a la Casa Provincial de Beneficencia para su resguardo, objetos ropas y muebles, entre ellas una sección de pianos y armonios de iglesias, para que no fueran saqueadas ni destruidas. Objetos que después han pasado a manos de los dueños. Y para que conste, firmo la presente en Tarragona a veinte de enero de mil novecientos cuarenta”.



A pesar de los numerosos testimonios de personas que declararon que Alomà les había salvado la vida, las autoridades del régimen condenaron a Josep Alomà a la pena de muerte por el delito de “rebelión militar”. Sólo las incesantes gestiones de su esposa Ángeles Canelo pudieron salvarle en el último instante de la muerte, a finales de 1940, cuando Hitler era el amo y señor de esta Europa que hoy da nuevamente muestras de agotamiento del modelo que representa.

Un claro ejemplo de la mendacidad y de las frágiles bases de esta agónica sociedad, que recompensa lo bajo y condena lo elevado, se puede comprobar en Tarragona, que olvidó el legado de Alomà durante años. En cambio, el dirigente del partido estalinista Josep Recasens Mercadé, que hoy da nombre a la fundación de un determinado partido de los que llaman mayoritarios, fue recompensado por los funcionarios del régimen franquista por sus delaciones en la cárcel con una rápida excarcelación. Mientras Alomà se despedía en la cárcel de Pilatos de Tarragona de su hermano mayor Pau Alomà, el día antes de que éste fuera fusilado por las victoriosas fuerzas llamadas nacionales en junio de 1940, Recasens Mercadé repartía entre el funcionariado franquista ejemplares de periódico en los que Alomà denunciaba la barbarie y criminalidad de los regímenes nazi-fascistas. Recasens Mercadé, hoy puesto por algunos como ejemplo a seguir, obtuvo una amnistía por parte del régimen franquista como recompensa por sus delaciones. Ésta es la sociedad del consenso, del progresismo, de…

Una sociedad de la mentira no tiene futuro. Una sociedad de la mentira sólo puede legar a sus descendientes un poso de deshumanización y barbarie, aunque sea bajo un disfraz posmoderno y sostenible. Poner en evidencia los falsos dogmas de la sociedad y hacer tambalear sus cimientos es una necesidad hoy para contraponer al imperante sistema de subvalores y contravalores una alternativa verdaderamente humana.

La alternativa que los libertarios intentaron construir. Estas personas, con sus aciertos y errores, con sus dudas y sus convicciones, con las enormes responsabilidades que sustentaron y los escasos medios materiales con los que frecuentemente tuvieron que acometerlas, tuvieron el decoro de hacer frente a su destino con la lealtad y coherencia que mantuvieron a lo largo de sus vidas. Saber extraer lo mejor de su legado y darle una continuidad digna de tal nombre es hoy un reto para las nuevas generaciones.

Un reto que requiere de esfuerzo y dedicación, o como dejó escrito Émile Armand: "No debemos olvidar que el anarquismo no es para los ineptos del esfuerzo. No se nace anarquista, sino que se hace tal por razonamiento, por observación, por análisis y por sensibilidad, siempre es necesario el esfuerzo".

Quiero aprovechar para agradecer a los profesores Magí Feixa y Alejandro Salvador su apoyo y estímulo de cara a continuar la investigación acerca de la trayectoria de Josep Alomà. Recientemente, con motivo de la celebración del Homenaje a Josep Alomà, en noviembre de 2009, coincidiendo con la inauguración de una calle en Tarragona que lleva su nombre, y con la publicación de la biografía Una Utopia, una Esperança y del documental Alomà que se distribuye con la misma, se ha desencadenado una un renovado interés por su figura y la fragua de unas nuevas condiciones que favorecen que hoy estemos más cerca de conocer la historia de Josep Alomà y de tantas otras personas, portadores de la Idea, la historia que tantos intentaron silenciar.

Uno de los grandes de la literatura germánica, Hermann Hesse, escribió acerca de la Idea libertaria: “Yo deseo que esta Idea, esta pequeña y maravillosa maga encante a muchos y los llene de nostalgia por su patria, por la patria de todos nosotros. La Idea es una chispa del más allá, una llamada sutil del mundo superior, una delicada invitación a lo que es nuestra meta y nuestra tarea, el camino de la humanidad que se abre ante nosotros. No miremos con desdén ni persigamos a esta bella muchacha de mundos extraños, no la persigamos ni la condenemos a la hoguera, ni la degrademos convirtiéndola en prostituta. Es nuestra querida hermana, es un mensaje de nuestra patria lejana”.



Parafraseando a Manel Aisa en el prólogo a Homenaje a Catalunya de George Orwell, podemos decir que “el mejor homenaje que le podemos rendir al propio Alomà, es dar a conocer de nuevo su obra y dejarse arrastrar con él por las embarradas trincheras del frente de Andalucía y las barricadas de la Tarragona revolucionaria, con el cuerpo entumecido y hambriento y el espíritu generoso y ardiente de quien se sabe del lado justo de la Historia”.

Ramon Gras Alomà


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