jueves, 18 de julio de 2013

LOS MITOS DE UN GOLPE DE ESTADO

Artículo aparecido en la edición digital del periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net/saberes/mitos-del-36.htmlcon motivo del aniversario del 18 de julio.

El 18 de julio se cumplen 77 años del golpe de Estado con la República. Y a pesar de los años que han pasado todavía es un tema que genera debate y pasiones a partes iguales. La derrota militar de la República y de los proyectos que habitaban en ella, los largos años de una dictadura impuesta y desarrollada bajo el terror y casi los mismos años de un sistema democrático fundamentado en los mismos pilares de esa dictadura han tendido a distorsionar mucho de los acontecimientos sucedidos durante la década de 1930, a fomentar lugares comunes o sencillamente a desdibujarlos en un olvido pactado, a estigmatizarlos en una guerra de “buenos y malos” o de “todos malos” (como es la moda historiográfica actual, en algunos casos).
Es por ello que aunque hayan corrido ríos de tinta sobre aquellos acontecimientos del verano de 1936 que desembocaron en una Guerra Civil hasta 1939 y en la imposición de una dictadura, aun hoy queden cosas por dilucidar. Y gran parte de esas cosas las han puesto encima de la mesa un grupo de profesores, que coordinados por el profesor Francisco Sánchez Pérez, han abordado algunos temas de enorme importancia que han servido para esclarecer cuestiones tabues aun hoy. Los mitos del 18 de julio se convierte así en una referencia para acercarnos a los orígenes de la Guerra Civil.
Algunos de esos mitos comenzaron a fraguarse en el mismo momento del golpe de Estado. Alguno de esos mitos fueron utilizados como excusa para poder perpetrar ese golpe de Estado. Y hoy todavía se utilizan como elementos históricos para poder dar lecturas del acontecimiento. Algunos de esos mitos los vamos a enumerar aquí.

1. La República no era un sistema democrático

Es quizá uno de los mitos más utilizados. Considerar que la llegada de la República fue antidemocrática, pues en 1931 ganaron los monárquicos y no los republicanos, es un argumento utilizado desde el franquismo y que la historiografía neofranquista hoy ahonda aun más. Sin embargo todas estas tendencias no tienen en cuenta el poder que el caciquismo tenía en 1931 en muchas zonas de España y por el cual el voto fue dirigido en la zonas rurales. En las áreas urbanas fueron los republicanos los que triunfaron sin ningún tipo de dudas. El origen de la República es plenamente democrático y se inscribe en la tradición democrática de la llegada a tales cotas de libertad de otros países, como por ejemplo Alemania en 1918.

2. Las izquierdas son las responsables de la Guerra Civil

Argumento utilizado desde el mismo momento del golpe de Estado. Siempre se hace mención a la revolución de octubre de 1934 como el ejemplo golpista de las izquierdas contra la propia República. Lo que hicieron los militares fue una contrarrevolución preventiva que llevaba irremediablemente a España hacia la construcción del modelo soviético. Nada más lejos de la realidad. Las izquierdas eran quienes mejor encarnaban el concepto revolucionario como superación progresiva de los problemas sociales. En ese sentido, y tal como Francisco Sánchez Pérez enmarca en capítulo introductorio, el concepto de “revolución” en la época era extensivo tanto a los republicanos liberales como a los anarquistas. Cada uno tenía su concepto revolucionario. Y de hecho la proclamación de la República es en sí un acontecimiento revolucionario. El problema es cuando se valora ese concepto con perspectiva actual. En la década de 1930 “democracia” no está reñido con revolución. Y la Revolución de octubre de 1934 forma parte de ese proceso de profundización democrática (cada uno con su perspectiva) frente a elementos reaccionarios de la sociedad que no querían para nada la democracia. La responsabilidad de la Guerra Civil recae exclusivamente en aquellos que perpetran el golpe de Estado contra la República. Esos conceptos de revolución y las perspectiva de la izquierda son perfectamente tratado en el libro por el profesor Julio Aróstegui (in memoriam)

3. España iba a caer en la órbita de la URSS. El comunismo iba a dominar España

El miedo al comunismo fue y es otro de los argumentos favoritos para justificar la Guerra y el franquismo. Como se dice en el libro es algo estratégico, incluso hoy. Abocar al peligro socialista sería ridículo. Y lo mismo decir hacía el anarquismo. Lo mejor era introducir en un mismo saco todo y decir que existía un peligro comunista. Pero ni el PCE era un partido poderoso cuando estalla la Guerra Civil (va creciendo en influencia, como demuestra el profesor Fernando Hernández Sánchez) no había ningún contacto entre la República española, sus políticos y la URSS. Incluso haciendo un análisis de la fuerza de la izquierda del momento en España no era en ningún caso prosoviética. La mayoría del movimiento obrero se enmarcaba en el socialismo y el anarquismo que no tenían, ni mucho menos, simpatías por la URSS. No, la República no estaba vendida a la URSS. Muy por el contrario son los defensores de la unidad de la nación los que había llegado a pactos y acuerdos con la Italia fascista. Gracias a las investigaciones del profesor Ángel Viñas se ha podido demostrar que existían acuerdos entre los monárquicos y los fascistas italianos desde el 1 de julio de 1936 para la compra de material bélico. Una importante cantidad de armamento que no solo estaba destinada a un golpe de Estado sino a soportar una guerra. No es nada nuevo la fascinación que un personaje como Gil Robles le causó la Alemania nazi. Ni las simpatías que el lider de los monárquicos, José Calvo Sotelo, tenía por la Italia fascista. Curiosamente los acuerdos de su grupo monárquico con el fascismo y sus discursos profascistas en el Congreso coinciden en fechas. Esto anula la idea de que el asesinato de Calvo Sotelo desencadenó la Guerra, ya que se tenían acuerdos previos para desencadenar esa guerra. Por no hablar que al mismo tiempo que se asesinaba a Calvo Sotelo se cometió el crimen contra el teniente Castillo, reconocido izquierdista.

4. Fue un golpe a la antigua usanza del pronunciamiento que degeneró en una Guerra Civil

Por las informaciones que se tienen es imposible pensar tal circunstancia. El golpe del 18 de julio no fue un pronunciamiento. Emilio Mola dejó muy claro que aquello iba a ser una guerra, larga y cruenta donde había que imponer el terror. El libro, gracias a las aportaciones de Fernando Puell, rescata esas directrices de Mola. Además ahonda en el problema militar en España. La reforma de Azaña había generado un sentimiento antiazañista y antirrepublicano en muchos sectores del Ejército que hicieron que estos se rebelasen contra la República para defender sus privilegios.

5. La derecha no fue tolerada en la República

Exceptuando alguna excepción, la derecha española nunca ha tenido una tradición y raíz democrática. Su origen ha venido siempre de la reacción al progreso y a la revolución, a la profundización democrática y al avance. La derecha que se presentó en la República, excepto en casos como el de Alcalá Zamora, Luis Lucía o de Giménez Fernández, como enemiga de la misma y con el objetivo de destruirla. Cada uno lo hizo desde su posición. Unos desde el llamado “accidentalismo” (como la CEDA de Gil Robles), otros desde la violencia verbal y física (los monárquicos de Calvo Sotelo) y otros desde el propio terrorismo (Falange). Estos grupos nunca estuvieron integrados en las instituciones republicanas. Muy por el contrario lucharon por la consecución de sus objetivos políticos corporativos. El profesor Eduardo González Calleja nos muestra a la perfección esta evolución de la derecha española.

6. La violencia como elemento fundamental de la República

Es el gran mito fomentado por el franquismo tal como demuestra el profesor José Luis Ledesma. Y es un tema continuado tanto por los divulgadores del neofranquismo histórico como por una parte del mundo académico. Sin embargo España no tiene más violencia que cualquier país del entorno con democracias más asentadas (solo hay que recordar las huelgas que se desarrollaron en Reino Unido o en Francia). La República tuvo violencia. Pero hay que distinguir aquella que venía por los propios problemas estructurales de la misma (casos de Arnedo, Castilblanco, Alto Llobregat o Casas Viejas) que se fueron aminorando con el tiempo, a la violencia para la propia desestabilización de la República, como es la variable que los grupos callejeros de extrema derecha introducen. Pero en ningún momento la República tiene un plan trazado de exterminio del enemigo (como así harán constar los franquistas), ni siquiera contra la Iglesia, que los sublevados toman como bandera mucho más tarde que el propio 18 de julio, tal como Hilari Raguer demuestra.

Estos y otros muchos más mitos (el separatismo, las tramas civiles, las reformas de la primavera de 1936, etc.) son tratados en la obra Los mitos del 18 de julio, donde un elenco de buenos historiadores presentan sus trabajo. Mención especial cabe para el profesor Julio Aróstegui, fallecido en enero de este año y que no ha podido ver esta obra publicada, como tampoco su última gran obra Largo Caballero. El tesón y la quimera. Con toda probabilidad Aróstegui es uno de los mejores historiadores de este país en los últimos tiempos. Y así lo demuestra su amplia producción sobre movimiento obrero, guerra civil, conflictividad, etc. Pero no solo de eso, sino de la forma de hacer y escribir historia. Su desaparición ha dejado huérfano el panorama historiográfico español. Pero nos queda su obra y, como se puede comprobar, sigue dando sus frutos.
Estamos ante una gran obra. Con cosas discutibles pero con grandes aportaciones. Aunque inabarcable poco a poco nos vamos acercando a la realidad de lo que sucedió y pasó en la Guerra Civil española.

Julián Vadillo Muñoz

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