viernes, 6 de septiembre de 2013

MONUMENTO A UNA COLUMNA FRANQUISTA

El 30 de marzo de 1939 tomaba la ciudad de Alcalá de Henares la columna Sagardía. Con ello se ponía fin a la resistencia de la ciudad durante casi tres años de Guerra Civil. La fuerzas revolucionarias y leales a la República le tocaba el camino del exilio, la cárcel, la clandestinidad o los paredones de fusilamiento. La primera medida que tomaron las nuevas autoridades complutenses ese mismo día fue realizar una misa en la Plaza de Cervantes. Terminó la contienda y empezó la victoria en una ciudad que fue conocida como “Alcalá la roja”.
¿Pero quién era Sagardía? ¿Quién dirigía esa columna que puso fin a la República en Alcalá de Henares en 1939?
Antonio Sagardía Ramos fue uno de esos militares que el 18 de julio de 1936 se sublevó contra la República apoyando el plan trazado por Mola. Su animadversión a la República venía al haber sido uno de los militares que le afectó la Ley Azaña siendo comandante. Zaragozano de nacimiento provenía de una familia de antiguos hidalgos de origen navarro. Tras su retirada forzosa salió para Francia y estuvo allí residiendo hasta el golpe de Estado y su unión a los militares golpista.
Con la guerra en marcha creó una columna de voluntarios que actuó en el norte de Burgos, en el límite entre esta provincia y Cantabria. La composición de la Columna Sagardía era básicamente jóvenes falangistas. Sus actuación fue importante en la Loras de la zona, en el puerto del Escudo, Valle de Sedano, etc, en coordinación con otros militares golpistas de la zona como el comandante Luis Moliner o el teniente-general Gerardo Mayoral. La represión en la zona fue realmente cruel. En esa zona norte de Burgos se recuerda los fusilamientos en el kilómetro 14 de la carretera de Covanera o las ejecuciones en la Torca Palomera de Mozuelos de Sedano. La gran mayoría de la represión de la zona contó con la participación de la Columna Sagardía.
Posteriormente Sagardía se desplazó con sus fuerzas hacía Cataluña. En abril de 1938 alcanza la comarca de Pallars Sobirá. Y todas las prácticas que había ejercido en el norte de Burgos las traslada a la zona. Su pretensión fue muy clara: “Fusilaré a 10 catalanes por cada muerto de mi guardia”. La represión se cebó con la población. Numerosos militantes de organizaciones de izquierdas y sindicales fueron ejecutados de forma arbitraria por los integrantes de las fuerzas de Sagardía. En el pueblo de Sort se ejecutó sin juicio y de forma completamente arbitraria a 67 personas, entre ellas mujeres, ninos y ancianos. Fueron conocidos como “Los santos inocentes del 38”. La crueldad de las tropas de Sagardía aun es recordada en la zona. De hecho muchas fosas de la zona aun no han sido localizadas.
Al finalizar la Guerra Civil, Sagardía fue uno de los militares condecorados y declarado héroe de la patria. Alcanzó el puesto de Inspector General de la Policía Armada y de Tránsito, así como Gobernador Militar en Cartagena. Murió en Madrid el 16 de enero de 1962.
Las actuaciones de Sagardía y de los integrantes de su columna son crímenes contra la humanidad. Sin embargo en la carretera N-623 que une Burgos con Santander, a la altura del pueblo Cilleruelo de Bricia (Burgos), hay un mastodóntico monumento en homenaje a las fuerzas de Sagardía. Este verano me desplacé hasta el lugar para visitarlo. Deteriorado por el paso del tiempo y por agentes humanos, es un monumento compuesto por un gran bloque de mármol emulando un águila, una lápida conmemorativa en el suelo y dos columnas que dan entrada al mismo. No pasa desapercibido cuando pasas con el coche. En los laterales del monumentos una sucesión de repetición del “PRESENTE, PRESENTE, PRESENTE”.


Estamos pues ante un monumento público de homenaje a Sagardía y los integrantes de su columna que ejercieron la peor de las represiones en las zonas donde actuaron. Es una de las características de España que le diferencia de los países de su entorno. Aquí los vencedores de la Guerra Civil todavía tienen sus espacios de sociabilidad y los monumentos de su victoria. Cosa que en países como Francia o Alemania no ocurre. La insuficiente Ley de Memoria Histórica tendría que ser suficiente como para hacer desaparecer un monumento de homenaje a comprobados criminales de guerra. Sin embargo no se ejerce ningún tipo de actuación. Muy por el contrario se ampara en decir que es parte de la historia y que es una forma de recordarla. La historia se puede recordar de muchas maneras y no precisamente a través de monumentos mastodónticos de homenajes a tropas criminales. ¿Hacemos un monumento en Auschwitz en homenaje a las SS que ejecutaron de forma a impune? Todos diríamos que no. Y más teniendo en cuenta que a pocos kilometros donde esta el monumento a la Columna Sagardía hay lugares como la Torca Palomera donde fueron arrojados (algunos con vida) decenas de militantes e integrantes de las organizaciones sindicales y políticas y no hay ninguna placa conmemorativa de nada. Un ejemplo del origen de nuestro propio sistema y como todavía siguen existiendo vencedores y vencidos.

3 comentarios:

koldo dijo...

Hoy he pasado con mi moto delante de este monumento, camino de Orbaneja del Castillo. Gracias por contarnos la historia de este fascista sanguinario de origen navarro. Su represión y sus fusilamientos me recuerdan a los que me contaba mi Amama de Lodosa.

koldo dijo...

Hoy he pasado con mi moto delante de este monumento, camino de Orbaneja del Castillo. Gracias por contarnos la historia de este fascista sanguinario de origen navarro. Su represión y sus fusilamientos me recuerdan a los que me contaba mi Amama de Lodosa.

Unknown dijo...

Algunas veces voy de Burgos a Santander y viceversa por el Escudo y cada vez que veo este mastodontico monumento y conociendo al Personaje y sus hechos se me ponen los pelos como escarpias.