martes, 5 de noviembre de 2013

LA DIGNIDAD DEL ANARCOSINDICALISMO. SALVADOR SEGUI RUBINAT

Artículo publicado en el último número de periódico CNT en conmemoración de los 90 años del asesinato de Salvador Seguí.

El 10 de marzo de 1923, en la calle de la Cadena de Barcelona, era asesinado Salvador Seguí, conocido como el Noi del Sucre. Era entonces una de las figuras más representativas del anarcosindicalismo español. Caía víctima de las pistolas de la patronal y de sus aliados del Sindicato Libre. La ofensiva patronal contra el creciente poder del movimiento obrero llevó a la muerte a muchos de sus integrantes. Junto a Seguí era asesinado también su compañero y amigo Francisco Comás “Perones”.
¿Pero que significaba la muerte de Seguí? ¿A quién habían asesinado los sicarios de la patronal?
Salvador Seguí Rubinat nació el 23 de diciembre de 1886 en Tournabous, un pueblo de la provincia de Lérida. Nació en el seno de una familia humilde lo que le obligó desde muy temprano a trabajar para poder manterse. Adquirió el oficio de pintor. Desde muy temprano se vincula a las sociedades obreras de Cataluña y llega al anarquismo a través de las lecturas que realiza de Kropotkin, Reclus, Bakunin, etc. Por aquellos primeros años del siglo XX se comenzaba a desarrollar la obra pedagógica de Francisco Ferrer Guardia al que Salvador Seguí admiraba profundamente.
Eran momentos complicados para el anarquismo que llevaba bastante tiempo buscando a ciegas el camino de una organización que aglutinase a las sociedades obreras diseminadas por España. Primero con Solidaridad Obrera en Cataluña y a partir de 1910 con la CNT en todo el estado, el movimiento libertario comienza a ganar influencia y se convierte en el movimiento obrero mayoritario. Salvador Seguí participó en la fundación de Solidaridad Obrera siendo delegado por la sociedad de pintores en el congreso de 1908.
Los días 30 y 31 de octubre y 1 de noviembre de 1910 en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona los trabajadores deciden poner en marcha una organización sindical que aglutina a las sociedades obreras que no están dentro de la UGT. Inspirada por el sindicalismo revolucionario de la Carta de Amiens y con la memoria reciente de lo sucedido en la Semana Trágica de 1909, la CNT pronto tomó importancia entre la clase obrera. Tal es así que tan solo un año después es puesta fuera de la ley por las autoridades. Parece ser que Salvador Seguí no asistió al congreso inaugural de la CNT, aunque en 1911 participa de la huelga general convocada por la organización sindical y acude a Marsella como delegado de la misma.
En el tiempo que pasa en la clandestinidad militantes como Salvador Seguí fueron forjándose en influencia. Toman el relevo de la primera generación de militantes obreros, aquellos que participaron de la introducción de la Internacional en España. Anselmo Lorenzo, Jose Llunas, Jose Prat, Fernando Tarrida de Marmol, etc., fueron dejando paso a los Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Mauro Bajatierra, Manuel Buenacasa, etc. En esos momentos Seguí participó en el motín del hambre de 1914 así como en la presidencia del sindicato de la construcción de Barcelona en 1915
Si por algo se distinguió Salvador Seguí fue por el respeto que le profesaban integrantes de otras tendencias políticas. Tuvo buenas vinculaciones con republicanos como el abogado Francesc Layret o Lluis Companys. También fue respetado por los dirigentes sindicales de la otra gran organización, la UGT (Francisco Largo Caballero, Julián Besteiro, Andrés Saborit, etc.)
Salvador Seguí tenía una idea clara. La única manera de conseguir hacer avanzar a la clase obrera era uniendo la fuerzas de la misma. Por ello desde el I Congreso de la CNT se buscó la unidad sindical con la UGT. Como buen defensor del sindicalismo revolucionario para Salvador Seguí la influencia de los partidos políticos podría ser perniciosa en la lucha obrera. Por eso el sindicalismo no tiene que estar controlado por ninguna organización partidista. Salvador Seguí fue uno de los impulsores de los acercamientos a la central sindical socialista en la Asamblea de Valencia de 1916, que iba a conducir a un pacto entre la CNT y la UGT que desembocó en la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, con los ecos de la Revolución rusa de fondo. Formó parte del Comité de Huelga.
Pero la gran aportación de Seguí a la CNT vino en 1918. En el congreso de Sans de la Regional de Cataluña, Seguí fue el máximo defensor de la creación de los sindicatos únicos. Quedando aprobados la CNT se convertía en el sindicato más moderno de Europa por su modelo de organización interna.
Desde muy pronto Salvador Seguí vio con reticencias el desarrollo del movimiento revolucionario en Rusia. Por ello en 1919 no se mostró entusiasta con la adhesión sin fisuras de la CNT a la Internacional Sindical Roja. Por ello valoró la posibilidad de estudiar primero in situ lo que sucedía en Rusia antes de tomar una decisión en firme. En 1920 se desplazó a Andalucía y conoció en primera persona las huelgas que se desarrollaban en Riotinto. Fue un año de enorme actividad política y sindical para Seguí que acabó con su detención en noviembre y su deportación al castillo de La Mola (Mahón) junto con Lluis Companys y Martí Barrera.
Es importante destacar las conferencias que dio en el Ateneo de Madrid un año antes, en octubre de 1919. Allí, junto a Ángel Pestaña, desarrolló la concepción del sindicalismo que defendía. En dichas conferencias dejó claro que las disputas sobre la independencia de Cataluña solo formaban parte de los debates de la burguesía catalana que servía para retroalimentar los deseos de la burguesía española. Para Seguí el problema era único y universal: el sistema de explotación capitalista. Para acabar con dicho sistema Salvador Seguí daba preponderancia a los sindicatos por encima de cualquier cosa. Eran los sindicatos las bases de lucha contra la explotación del capitalismo y las bases de transformación social por encima incluso de las disquisiciones ideológicas. Pero sindicalismo tenía que tener una fisonomía concreta (horizontal, asambleario, apartidista, revolucionario, etc.). Solo así la clase trabajadora podría alcanzar la victoria frente a sus enemigos.
Para esas alturas Salvador Seguí era ya una personalidad reputada dentro del movimiento obrero. Su participación en las negociaciones por la Huelga de la Canadiense de 1919 que llevó a consecución de las ocho horas de trabajo fue fundamental.
A partir de ese momento Salvador Seguí se había convertido en el enemigo público número uno de la patronal. Estos, apoyados por los gobernadores de Barcelona, subvencionaron a los Sindicatos Libres con el objetivo de minar las fuerzas del movimiento obrero. El terrorismo fue una de las grandes preocupaciones de Seguí y Pestaña, ya que comenzaban a minar las fuerzas obreras por la violencia. Fueron cayendo personalidades importantes de las luchas obreras y sindicales en Cataluña. Francesc Layret asesinado el 30 de noviembre de 1920, Evelio Boal (secretario general de la CNT) asesinado el 18 de julio de 1921 o el atentado fallido contra Ángel Pestaña en agosto de 1922. En la trama de los atentados estaban desde gobernadores como Severiano Martínez Anido hasta policías corruptos como Manuel Bravo Portillo, pasando por dirigentes del Sindicato Libre como Ramón Salas, contrabandistas como el falso barón de König (Fritz Stallmann), integrantes de la patronal como Félix Graupera, hasta la aquiescencia de algunos presidentes del gobierno como Eduardo Dato.
La muerte de Seguí significó un duro golpe para la CNT y para el movimiento obrero. El trabajo que Seguí imprimió a la CNT fue una de las razones del éxito del anarcosindicalismo en los años posteriores a nivel de influencia en la clase obrera.
En el 90 aniversario de su asesinato se merece un reconocimiento por parte de la organización por la que él tanto trabajó y luchó y por cuyas ideas fue asesinado.


Julián Vadillo Muñoz

Nota: En la fotografía, de izquierda a derecha: Ángel Pestaña, Salvador Seguí, Simón Piera y Mauro Bajatierra

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