jueves, 26 de junio de 2014

OBJETIVO MUSSOLINI. LA INTERESANTE VIDA DE VIOLET GIBSON

Muchas veces nos hacemos ideas equivocadas de lo que es un magnicida. Se nos viene a la cabeza gente desesperada, fuera de lo normal que recurre a la violencia y al atentado personal contra un jefe de Estado o una autoridad para poder descargar su ira. Un lugar común en la historia que en muchas ocasiones ha impedido ver las motivaciones que llevaron a determinados magnicidas a cometer sus acciones. Un ejemplo de esto sería la figura de Mateo Morral. Denostado y solo recordado por intentar asesinar a Alfonso XIII el dái de su boda, se olvida y obvia que Morral fue uno de los personajes más importantes del anarquismo español de finales del siglo XIX e inicios del XX, uno de los introductores e impulsores en España del neomalthusianismo. Una persona formada y con conocimientos que ejerció un acto individual que le llevó a un trágico final.
            Hace pocas fechas terminaba de leer el libro de Frances Stonor Saunders La mujer que disparó a Mussolini. Una obra que cuenta la vida de Violet Gibson, una mujer proveniente de una acaudalada familia irlandesa que el 7 de abril de 1926 intentó asesinar al dictador italiano con varios disparos. Una acción fallida que pudo cambiar el curso de la historia.
            ¿Pero quién era Violet Gibson?. Tan solo conocía la existencia de esta mujer por los libros de historia del fascismo italiano que había leído. Los atentados que habían realizado Zaniboni, Lucetti o Zamboni habían llamado mucho más mi atención. Pero la periodista e historiadora Stonor Saunders hace justicia con la figura de Violet Gibson.
            Nacida el 31 de agosto de 1876, Violet Gibson pertenecía a una familia acaudalada irlandesa los Ashbourne. Su vida de joven discurrió como la de cualquier otra persona de su clase social. Pero pronto Violet comenzó a mostrar su cara más rebelde. No era algo ilógico en la época. Ella podría inscribirse en el grupo de mujeres que, como Virginia Wolf, se rebelaron contra las convenciones del momento. Mientras sus hermanas se “biencasaban” Violet se rebeleba. Aquí influyó tambiñén mucho al mentalidad y actividad de su hermano Willie Gibson. Mientras su padre era un unionista y defensor del imperialismo británico, su hermano se adhirió a las corrientes del nacionalismo irladés formando parte de la Liga Gaélica. Violet se sintió mucho más identificada con ello. Conoció la teosofía, el socialismo, etc.
            Pero la vida de Violet, a pesar de las dotaciones económicas que le dieron y que le permitieron vivir, no fue fácil. Su salud siempre fue débil. Sufrió un tumor que le hizo perder un pecho, lo que se destrozó el cuerpo (teniendo en cuenta la cirugía de la época). Parte del dinero que le legaron lo utilizó para dar limosna a los pobres. Violet no concebía la desigualdad social. Por eso vio en el socialismo una fuente de inspiración. Aunque fue el cristianismo lo que le situó en el campo de la lucha contra la pobreza. Un cristianismo católico que le hizo alejarse de su familia que era anglicana.
            Con el tiempo Violet se convirtió en una apasionada de Italia. La subida al poder de los fascistas en la persona de Benito Mussolini hizo concebir a Violet la necesidad de ayudar al pueblo italiano. Así es como decidió atentar contra la vida del dictador. Alojada en un convento de monjas se desplaza en la mañana del 7 de abril de 1926 hasta la plaza del Palazzo dei Conservatori. Allí cuando Mussolini se dispone a entrar Violet dispara dos veces sobre el dictador italiano, aunque el segundo disparo se encasquilla. Mussolini tuvo fortuna y la bala fallo demasiado. Violet es detenida y trasladada. Allí comenzó el verdadero suplicio.
            Durante años Violet estuvo encerrada. Al principio creían que el atentado correspondía a grupos de la resistencia antifascista. Estaba muy reciente la muerte del socialista italiano Giacomo Matteotti, que había impactado mucho a Violet. Pero Violet llegó un momento que fue tomada por una loca. Una especie de mística que había intentado matar a Mussolini. Además el régimen fascista no quería problemas con los británicos. Churchill y Chamberlain hicieron muchos favores a la Italia fascista. Incluso se sentían fascinados por ella. La corona y el gobierno británico tenía excelentes relaciones con los fascistas.
            Tras muchas gestiones Violet volvió a casa. Pero no a su vida normal. Fue internada y considerada una loca. Parte de la responsabilidad de ello la tuvo su propia familia que poco hizo por ayudarla al considerarla también una demente. Sin embargo, a pesar de la debilidad física y posteriormente mental de la propia Violet, siempre tuvo una chispa de clarividencia. Al estallar la Segunda Guerra Mundial se ofreció al propio gobierno para poder liquidar a Mussolini, su cuenta pendiente. Se ofreció para ayudar en las tareas bélicas que fuese necesarias. Nadie hizo caso a una internada en el sanatorio de Saint Andrew. A pesar de que ella pedía un traslado, vivir en un sitio que no le generará tanta angustía, nadie de su familia se hizo cargo de ello.
            Con la sola visita de su hermana Constance (una de las responsables de su internamiento de por vida) Violet se fue consumiendo poco a poco. El 2 de mayo de 1956 fallecía en el hospital de Saint Andrew, en Northaptom.

            Su figura, casi desconocida para la historia, ha quedado bien reflejada en la obra de Frances Stonor Saunder que tan acertadamente ha publicado la editorial Capitán Swing. Excepto algún pequeño inconveniente a la hora de tratar el fascismo italiano, la obra de Stonor Saunders está muy bien trabajada y documentada, recuperando una figura, la de Violet Gibson, que había quedado olvidada en el baúl negro de la historia.

lunes, 16 de junio de 2014

La obra de Mijail Bakunin

Alguna de las temáticas de las obras representativas de Bakunin en su doscientos aniversario.



Organización social y económica

Las bases organizativas y el modelo económico colectivista lo desarrolló Bakunin en muchos textos. En 1868 escribió Federalismo, socialismo y antiteologismo un texto clave para entender estas cuestiones y base también para la crítica a la religión en otros textos.

Contra la religión y la idea de Dios

Una base fundamental del anarquismo es el ateismo. Y fue precisamente Bakunin quien mejor marco las bases de ese pensamientos con criterios sólidos. En 1871 escribió quizá la obra más destacada titulada Dios y el Estado. Es la obra más extendida de Bakunin. Reeditada recientemente por LaMalatesta editorial.


Antiautoritarismo y anarquía


 La crítica al Estado en todas sus formas y la crítica más dura al marxismo la realiza Bakunin en Estatismo y anarquía escrita en 1873. En ella Bakunin plantea la viabilidad de vivir en una sociedad antiautoritaria y sin Estado.

martes, 10 de junio de 2014

Bakunin. Un revolucionario entre revoluciones

Versión extendida del artículo sobre el bicentenario de Mijail Bakunin que escribí para el periódico Diagonal

El 18 de mayo de 1814 (30 de mayo según el calendario occidental) nació en la localidad de Premujino Mijail Alexandrovich Bakunin. Se cumplen pues 200 años del nacimiento de unas de las figuras fundamentales en la historia de los movimientos revolucionarios y obreros del siglo XIX que marcará el devenir del siglo XX.
Porque la vida de Bakunin siempre discurrió entre organizaciones, conspiraciones y procesos revolucionarios. Bakunin fue una mente inquieta que bebió de varios focos. El primero de ello de la propia tradición revolucionaria rusa. Nacido en el seno de una familia diplomática Bakunin comenzó una carrera militar que pronto abandonó. Por su contacto con personajes como Alexander Herzen o Nikolai Ogarev, llegó también al conocimiento de la epopeyas rebeldes de Stenka Razin en el siglo XVII o de Yemelian Pugachov en el siglo XVIII. También a la revolución decembrista de 1825, coetánea a su época, y que bebía de todas las tradiciones de revoluciones liberales de la época.
Pero el sistema zarista de Nicolas I era demasiado estrecho para mentalidad Bakunin. Para continuar sus estudios de filosofía viajó a Europa occidental. Allí conoció de primera mano la filosofía de Hegel, de Kant, etc. La filosofía de éste último influyó de forma notable en el pensamiento de Bakunin.
Bakunin no solo profundizó en sus estudios de filosofía que le servirían para ir conformando todo un cuerpo filosófico al anarquismo. También se vinculó a los movimientos revolucionarios y políticos de la época. En París conoció a Karl Marx, Friedrich Engels y Pierre Joseph Proudhon. Todos le dejaron fascinados sin que por ello le valiera la posibilidad de ejercer crítica sobre los mismos.
En 1848 una oleada revolucionaria recorría Europa. En Francia posibilitó la caída de Luis Felipe de Orleans y la proclamación de la Segunda República francesa. Un momento clave para el desarrollo del movimiento socialista con las aportaciones del proudhonianismo o del Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Francia comenzó a desarrollar cosas como los Talleres Nacionales y experimentar avances obreros. Cuestiones frenadas por la imposición del Imperio por parte de Luis Napoleón Bonaparte. Pero esa oleada revolucionaria alcanzó otros países. Alemania dirimía una lucha por su unificación. Los ecos de 1848 se dejaron sentir en suelo alemán y allí Bakunin tuvo una participación destacada. Tras los disturbios generados por una generación de estudiantes dispuestos a cambiar el curso de los acontecimientos, Bakunin conoció al revolucionario Huebner y al músico Richard Wagner. Participaron de la rebelión popular de Dresde de 1849, que fue aplastada con severidad. A pesar de ello incluso Marx reconoció en 1852 en su carta Revolución y contrarrevolución en Alemania la importancia de Bakunin.
Perseguido por casi todos los gobiernos de Europa, Bakunin fue deportado a Rusia, donde ingresó en la prisión de Pedro y Pablo. Uno de los penales más duros de la Rusia zarista. Sometido a torturas y obligado a sacar supuestas confesiones que fueron utilizas con posterioridad por sus rivales políticos, fue deportado a Siberia de donde se evadió en 1861 alcanzando Inglaterra poco después.
Durante este tiempo Bakunin había nutrido su pensamiento. Había reflexionado sobre la religión, el papel del Estado, el nacionalismo, la organización revolucionaria y las posibilidades de transformación. Las tendencias del Herzen y Ogarev alrededor del periódico Kolokol se le quedaron estrechas. Se decidió a fundar entonces la Alianza de Socialistas Revolucionarios que luego pasará a denominarse Alianza de la Democracia Socialista.
Bakunin era ya una referencia a nivel internacional y su pensamiento tiene eco hasta en el seno de la misma Rusia. Se integró en la Asociación Internacional de los Trabajadores, disolviendo poco después la Alianza. En el seno de la AIT, Bakunin discutió con Marx por el modelo de organización y las finalidades revolucionarias. Para Marx la AIT debía ser una organización centralizada donde el Consejo General tuviera capacidad decisoria. Por el contrario Bakunin y también los proudhonianos optaban por una estructura federal, donde las secciones marcasen el funcionamiento de la misma y el Consejo General fuese solo un órgano meramente de relaciones y ejecutivo.
En medio de estos debates la situación de Europa seguía siendo convulsa. Bakunin participó de la toma del Ayuntamiento en la Comuna de Lyon, formando un Comité para la Salvación de Francia, ante los ataques que esta recibía de Prusia. Fracasado el movimiento tuvo que huir a Marsella y se refugió en Locarno, en casa de su amigo Carlo Cafiero. Bakunin no participó de la Comuna de París de 1871 pero apoyó a los revolucionarios parisinos.
La divergencia de opiniones entre Marx y Bakunin llevaron a la ruptura de la Internacional. En el congreso de La Haya fueron expulsados por el sector autoritario James Guillaume, Adhemar Schwitzguebel y el propio Bakunin. Los antiautoritarios consideraron esta expulsión una maniobra de Marx y celebraron un congreso en la localidad suiza de Saint-Imier para poder coordinarse.
 Bakunin estaba muy enfermo, pero a pesar de su estado siguió participando en la organización y procesos revolucionarios. El 1 de julio de 1876 fallecía en Berna. Moría un revolucionario que había marcado la historia del movimiento obrero y anarquista para la posteridad. A pesar que a pie de su tumba diversas escuelas del socialismo plantearon la necesidad de la unidad del proletariado esta nunca se llegó a conseguir.

martes, 3 de junio de 2014

JUAN CARLOS I. EL REY ELEGIDO POR FRANCO

Artículo aparecido en el periódico Diagonal y escrito junto a Sergio Gálvez Biesca

-          El general Franco es una figura decisiva históricamente y políticamente para España. Él es uno de los que nos sacó y resolvió nuestra crisis de 1936. Después de esto el jugó el papel político para sacarnos de la Segunda Guerra Mundial. Y por esto, durante los últimos 30 años el ha sentado las bases para el desarrollo de hoy día, tal como usted mismo puede constatar

-          Y para usted personalmente ¿qué representa el general Franco?
-          Para mi es un ejemplo viviente, día a día por su desempeño patriótico al servicio de España y, por esto, yo tengo por él un gran afecto y admiración


            Así respondía Juan Carlos de Borbón en una entrevista que concedía para un medio francés poco antes de la muerte de Franco. Discurso laudatorio del entonces ya designado como sucesor a la Jefatura del Estado a la muerte del dictador. En esta entrevista Juan Carlos de Borbón define el Golpe de Estado perpetrado por Franco en julio de 1936 contra la República como “crisis” y afirma que España no participó en la Segunda Guerra Mundial a pesar del apoyo de la División Azul a las fuerzas nazis y fascistas. El afecto y admiración que le profesaba tiene un hondo proceso histórico.

La monarquía destronada

            Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República el rey Alfonso XIII (abuelo de Juan Carlos I) abandonó el país y se estableció en Roma. El régimen de Mussolini acogió a la familia real española.
            A pesar de ello los monárquicos alfonsinos que se quedaron en España conspiraron desde el mismo instante que la República se proclamó. Hasta tal punto se llegó que uno de los pilares del golpe de Estado son los contratos que los integrantes de Renovación Española de Calvo Sotelo (monárquico alfonsino) firmaron con el régimen fascista de Italia para poder tumbar a la República por un golpe de Estado.
            Cuando el 18 de julio de 1936 se produce el golpe de Estado contra la República los monárquicos de Alfonso XIII le prestan su adhesión. Incluso su hijo Juan de Borbón se presentó como voluntario en más de una ocasión, siempre rechazado. No era de fiar ni para los franquistas.

Franco quiere poder absoluto

            Frente a los que consideraban, sobre todo un buen número de militares monárquicos, que Franco tenía que ceder poderes a los Borbones, el dictador se mantuvo al frente de la Jefatura del Estado una vez que terminó la Guerra, aunque meditó durante algún tiempo la cuestión sucesoria. En 1947 se celebró un referéndum en que se tenía que elegir la sucesión. El resultado –dado de antemano en un mal simulacro de seudo-votaciones- sería una Monarquía. De momento España sería un Reino sin Rey.
            A partir de ese momento comienza una carrera de quien va a ser el Rey de España que suceda a Franco. En pleno exilio, Juan Carlos de Borbón había nacido en 1938 en Roma. Tras la Guerra Civil su padre, Juan de Borbón, había jugado a varias bandas, estableciendo contactos tanto con integrantes de la dictadura como de la oposición al franquismo, en caso que la dictadura cayera tras la Segunda Guerra Mundial. Al comprobar que no iba a ser así Juan de Borbón se entrevista con Franco y se permite que Juan Carlos de Borbón se eduque en España. Es el 8 de noviembre de 1948. El primer paso para su proclamación como sucesor de Franco. Las dudas por las que, en un corto periodo de tiempo, se mueve el propio Juan de Borbón no tuvieron nunca –bueno es aclararlo– relación alguna con una supuesta conciencia democrática. Era una mera cuestión de poder por el poder.

Los distintos movimientos por la sucesión

            Juan Carlos se educaba en España y comenzaba a tomar contacto con Franco. Pero hubo varios intentos de establecer otros parámetros. Desde los carlistas en sus distintas vertientes (carloshuguistas, carloctavistas, etc.) hasta el los intentos de unir a la familia Franco con la Borbón (matrimonio de Carmen Martínez Bordiú con Alfonso de Borbón), sin dejar de lado las propias pretensiones de Juan de Borbón, del nieto del dictador, Francis Franco, o de otros integrantes de la Casa Real.
            Pero en esa carrera por saber quien iba a suceder fue Juan Carlos el elegido y quien ganó. Una carrera en donde los medios justificaron los fines en más de una ocasión, y que, según han narrado algunos “estudiosos” bien informados, conllevó el derramamiento de sangre de algún familiar cercano por acción u omisión

La designación

            A partir de la Ley de Sucesión del Estado de 1947 se proclama a Juan Carlos de Borbón el 22 de julio de 1969, dando juramento a las Leyes Fundamentales y principios del Movimiento Nacional. Franco ya tenía sucesor para cuando falleciese.
            En los momentos en los que Franco no pudo ejercer como Jefe del Estado, fue Juan Carlos de Borbón quien lo hacía.

Muerte de Franco. Juan Carlos, rey de España

            El 20 de noviembre de 1975 falleció Francisco Franco. Dos días después las Cortes se reunían y proclaman Rey y nuevo jefe de Estado a Juan Carlos de Borbón. Sería Juan Carlos I, jurando acatar los principios del Movimiento Nacional y perpetuar el franquismo.

¿Un Rey para la democracia?

            La primera disposición que tomó Juan Carlos de Borbón fue ratificar en el Gobierno a Carlos Arias Navarro. En ningún momento se planteó en aquellos momentos una reforma política que ampliase libertades en España. Es el proceso continuista puro, con ampliación y reforzamiento, por cierto, de la Ley Antiterrorista.
            Sin embargo la presión popular de una oposición antifranquista cada vez mejor organizada hizo replantearse muchas cosas. Lo primero fue cambiar la cabeza visible del Gobierno. De la terna Manuel Fraga-Jose María Areilza-Adolfo Suárez, se eligió a este último. Se abrió un leve proceso aperturista conocido como fase pseudoreformista. Se legalizan algunas asociaciones. Pero no se dan más pasos.
            La oposición sigue creciendo y hay que pasar a mayores. El pasado cercano, el de la II República, estaba demasiado cercano en la memoria social colectiva, como para volver a caer en viejas estratégicas fallecidas por parte de las clases dominantes (políticas y económicas) Había que ir paso a paso. Dicho con otras palabras, cambiar todo para que nada cambiara.  En este sentido, son de resaltar los siguientes episodios.                                     

-          Legalización de algunos partidos políticos de la oposición de cara a una convocatoria de elecciones en 1977. No todos los partidos fueron legalizados. Quedaron fuera la extrema izquierda y los republicanos. Y otros tantos que se quisieron presentar en junio de 1977, no se les permitió.
-          Redactar a toda prisa una Constitución que blindase cuestiones fundamentales, como por ejemplo la propia figura del Jefe del Estado. Una constitución redactada por unas Cortes que, en principio, no eran constituyentes.
-          Promulgar la Ley de Amnistía que sirviese como eje central para la impunidad de los verdugos /o promotores de los crimines cometidos durante el franquismo.
-          Ausencia de depuración de responsabilidades durante la dictadura. La judicatura, la policía y todos los cuerpos pertenecientes al aparato franquista se mantuvieron durante el proceso de Transición. Los militares, policías y funcionarios que habían hecho carburar la maquinaria represiva del franquismo permanecieron en sus puestos.

            A pesar de presentarla como una Transición modélica, el periodo que media entre noviembre de 1975 y octubre de 1982 –aunque fácilmente se podría llevar esa fechas hasta 1986 con la entrada de España en la OTAN y en la CEE- se cobró numerosas víctimas mortales por crímenes cometidos por la fuerzas de seguridad y numerosos grupos paramilitares de extrema derecha. Se calculan, cerca de 200 las víctimas directas, a las que habría que sumar otras decenas -¿centenares?- entre agresiones, amenazas… que rara vez se terminaban denunciando.
            Y, por más, que se puedan por sobreentendidas no pocas cuestiones, recordemos algunas. Primero, el Jefe de Estado jamás se planteó la posibilidad de abrir un proceso contra crímenes cometidos en el franquismo. Dicho en otras palabras, nunca tuvo el menor gesto –al contrario, desprecios no les faltó- a las víctimas del franquismo. Igualmente no quedó nunca claro el papel del Rey en el golpe de Estado del 23-F.  Quede también aquí claro algo que no parece siempre obvio: ¿dónde está la documentación de la Casa Real? ¿Será alguna vez pública? Vaya, por delante, que afectos prácticos la Ley de Transparencia ni siquiera les afectará.

La consolidación de un modelo

            La década de los ochenta fue decisiva en la canonización del Rey y de la Monarquía. Se construyó un relato que pronto se hizo hegemónico desde la escuela a los medios de comunicación. Hablar de cuestiones como la forma de Estado (Monarquía/República), la responsabilidad de la familia Borbón en el franquismo o los temas relativos a la Historia y Memoria democrática y social, conllevaba toda una serie de riesgos de autoexclusión, censura o inclusive persecución penal. Algo completamente alejado de la realidad de lo que fue el proceso. Como señaló en su día Rafael Chirbes, dentro de todo aquel santoral laico –con Carrillo jugado de extremo izquierda y Martín Villa en el extremo derecho- el Rey apareció representado como una figura casi divina que no sólo es fuera inviolable constitucionalmente, es que tampoco era cuestionable. Las pleitesías de historiadores, periodísticas e investigadores a este individuo quedarán, algún día, reflejadas en un anal de las “vergüenzas” públicas y privadas en una historia propia de la infamia y de la mentira de lo que fue la historia de la España reciente.
            Mientras algunos medios criticaban los escándalos que rodeaban a otras monarquías europeas, nada se decía de la española. La victoria del PP en 1996 consolidaba a la Monarquía como uno de los bastiones fundamentales del sistema emanado del franquismo en los “nuevos” parámetros del régimen de 1978. Una consolidación, en cualquier caso, impensable con el respaldo de cerca de catorce años de gobiernos socialistas.

La descomposición

            En os últimos años la imagen inmaculada de la Monarquía ha ido deshaciéndose. En lo anterior, la presión popular, el llamado “proceso de recuperación de la memoria histórica” así como los propios errores de la Casa Real pero también de los atropellos de sus máximos valedores, le dieron la vuelta a una situación que pareció por lustros inamovible. Hasta las encuestas del CIS tuvieron hacer un hueco –tras años de silencio y omisiones deliberadas- y reflejar la cruda realidad, con o sin cocina desde Presidencia.  Los escándalos de corrupción que han rodeado a la familia real, las salidas del rey de cacerías que han indignado a la población, el problema diplomático que se generó tras el rifi rafe entre el Rey y Hugo Chávez, contestado por Daniel Ortega en la misma reunión… hace que la Monarquía pase en España los momentos más bajo de su popularidad.  
            Pero estas páginas no estarían completas sin, detenernos unas líneas, en el que quizás sea el secreto mejor guardado de la Monarquía: Juan Carlos I se convirtió en los cerca de los 40 que se mantuvo al frente, en un agente central al servicio de las clases dominantes, del empresariado, de todos aquellos que antes, durante y después de la II República conspiraron y patrocinaron el Golpe del 18 de julio de 1936, y que tiempo más tarde se valieron de su posición para generar inmensas fortunas, aunque fuera con el trabajo esclavo de los presos políticos republicanos.

            ¿Concluirá la dinastía de los Borbones con Juan Carlos I? ¿Qué horizontes se abren? ¿Seguirá todo atado y bien atado?