viernes, 16 de septiembre de 2016

LA VUELTA DE TROTSKY A ESCENA

Artículo publicado en la edición digital del periódico Diagonal

La figura de León Trotsky (Lev Davidovich Bronstein, como se llamaba en realidad) ha sido recurrente. No solo porque el fundador del Ejército Rojo fuese una de figuras más representativas de la Revolución rusa de 1917 y de la Guerra Civil del mismo país entre 1918 y 1921. Tampoco porque sus escritos fuesen referencia para miles de militantes de la izquierda que constituyeron, con el paso de los años, el llamado trotskismo. Ni siquiera por sus actividades tanto antes como después de la Revolución, entre las que se encuentra su liderazgo en las purgas a la oposición revolucionaria a los bolcheviques tras la Revolución rusa (socialistas revolucionarios, anarquistas, majnovistas, Krosntadt, etc.)
            Trotsky pasa también a la historia porque fue el derrotado en la lucha por el poder en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin. Stalin le ganó la partida y como derrotado Trotsky inició un exilio de persecución. En el interior de la URSS las distintas purgas fueron acabando paulatinamente con la oposición al estalinismo. Pero Trotsky fue el huido y Stalin siempre lo tuvo como una cuenta pendiente. Alma Ata, Turquía, Francia, Noruega y México fueron los destinos de exilio de Trotsky, permanentemente perseguido por los integrantes de la policía política de Stalin que querían acabar con su vida.
            A finales de 1936, León Trotsky llegó a México por mediación del presidente Lázaro Cárdenas. Es una etapa prolífica para Trotsky pues escriba una parte importante de su obra. También porque logró impulsar su movimiento político propio, la IV Internacional.
            Pero el tiempo no era propicio ya para Trotsky. Su movimiento, excepto en algunos lugares concretos, no pasó de testimonial. El ámbito internacional no le era favorable. La URSS era la referencia de los partidos comunistas. Y la maquinaria de propaganda del estalinismo dejaba en muy mal lugar al fundador del Ejército Rojo. Además es un momento donde el avance del fascismo cercenó en países como Alemania la posibilidad de surgimiento de un movimiento de oposición al estalinismo dentro del comunismo. En España, el trotskismo apenas tuvo influencia, ya que Andreu Nin (otra víctima del estalinismo) había abandonado sus tesis hacía tiempo y el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) nunca fue trotskista. Solo un pequeño grupo denominado Sección Bolchevique-Leninista de la IV Internacional, que no pasaba de unas decenas en Barcelona, se declaraba abiertamente trotskista. Incluso el que podía haber sido su paladín en España, Grandizo Munis, al final acabó también apartado del trotskismo. Los comunistas no estalinistas españoles consideraban que Trotsky no había sabido leer la realidad española. A ello se unió la virulencia con la que el PCE actuó contra estos grupos. Y también la victoria de Franco, que puso punto final a estos debates en el interior de España.
            Podemos decir que a la altura de 1939 el trotskismo no pasaba de algo testimonial y el propio Trotsky no era más que una figura representativa para pequeños grupos. Sin embargo era la cuenta pendiente de Stalin. Y el dirigente georgiano de la URSS no iba a parar hasta liquidar a su eterno enemigo (como había hecho con Kamenev, Zinoviev, Preobrazhensky, etc.). Para hacerlo, los servicios secretos soviéticos recurrieron a un español: Ramón Mercarder. Un comunista español, militante del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña), que fue captado por la GPU soviética, trasladado a la URSS y entrenado durante meses con el propósito de infiltrarse en los círculos trostkistas para llegar hasta el líder revolucionario y liquidarlo. Mercader consiguió su objetivo. Se le cambió la identidad por la de Jacques Mornard, se infiltró en los círculos del trotskismo enamorando a una de las secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff. Se ganó la confianza de mucha gente de su círculo haciéndose pasar por un empresario a la que nada le interesaba la política. Finalmente logró quedar a solas con Trotsky al que asesinó clavándole un piolet en la cabeza el 20 de agosto de 1940. Una historia rocambolesca que acabó con el objetivo de Stalin y que tuvo a un español como protagonista del acontecimiento.

El Elegido

            Estos días se ha estrenado la película hispano-mexicana El elegido (The chosen), que cuenta la historia de cómo Ramón Mercader es formado por los servicios secretos soviéticos para asesinar a Trotsky. La película reconstruye fielmente el proceso y el elenco de personajes que aparecen generan una trama que sabe enganchar al espectador. El persona de Ramón Mercader, interpretado por Alfonso Herrera, esta bien caracterizado. También el rol que desempeñó en esta trama Caridad Mercader (Caridad del Río), la madre de Ramón. Una mujer de la clase acomodada catalana que comenzó en la década de 1910 a frecuentar círculos libertarios hasta que se convirtió en una convencida comunista y dio todo por el Partido. También refleja muy bien el entramado de los servicios secretos soviéticos. Y la figura inocente y engañada de una enamorada Sylvia Ageloff que fue la persona que Mercader utilizó para llegar hasta Trostky.
            Es una película con ritmo y entretenida. También muy dura por momentos. Quizá tiene algunos inconvenientes. Los puntos negros que quedan en la evolución de Ramón Mercader, desde que sale del frente en la Guerra Civil española hasta que se planta, primero en Francia y luego en México, enamorando a Sylvia. Hay zonas oscuras que si no se conoce la historia de Mercader puede quedar deslavazada. También algunas ausencias. Por ejemplo la implicación directa de Laurentii Beria, máximo responsable de la GPU en el momento, en el proceso del asesinato de Trotsky. O también los personajes de Diego Ribera y Frida Kalho, próximos a Trotsky y que no aparecen en la película. Por el contrario, si que aparece la pintoresca figura del muralista y comunista David Alfaro Siqueiros, que si bien su grupo y su militancia en el Partido Comunista de México queda perfectamente reflejada, por momentos parece muy desdibujada.
            A pesar de algunos inconvenientes, propios de la dificultad de condesar una historia tan densa en una película, el film merece la pena ser visto por la veracidad que trasmite de este acontecimiento.

El recurrente asesinato de Trotsky

            La muerte de Trostky ha sido tratada en muchas de las biografías que se ha escrito del revolucionario ruso. Pero debido a la historia que hay detrás de ese asesinato, su muerte ha sido objetivo de libros y películas específicos que han precedido a la película de Antonio Chavarrías.
            Ya en 1972 el director Joseph Losey llevó a la gran pantalla la muerte del fundador del Ejército Rojo con la película El asesinato de Trotsky. Y lo hizo con un elenco de actores de primer nivel en la época: Richard Burton, Alain Delon o Romy Schneider. Sin embargo esta película no es por la que se pueda recordar al gran director Losey. Es evidente que la temática se le fue de las manos y la historia del asesinato de Trotsky quedó desdibujada. Por ejemplo, Ramón Mercader no aparece en toda la película y la trama es sensiblemente variada.
            A nivel documental, en 1996, José Luis López-Linares y Javier Rioyo, montaron un magnífico documental titulado Asaltar los cielos, donde se cuenta de forma pormenorizada la historia de Ramón Mercader. Desde sus orígenes hasta su muerte, tratando su figura pero también la época en la que le tocó vivir. La muerte de Trotsky es ampliamente trabajada con testimonios rescatados de la época por protagonistas y familiares tanto de Mercader como de Trotsky. Un documental que con el paso de los años no ha perdido calidad.
            A nivel bibliográfico, junto a las muchas biografías de Trotsky, cabría destacar el libro de Leonardo Padura El hombre que amaba a los perros (Tusquets, 2011). Un buen libro, bien escrito y bien trabajado sobre esta temática. De menor calidad, pero muy centrado y bien reconstruido el proceso del asesinato de Trotsky, destacaría la obra del periodista mexicano José Ramón Garmabella El grito de Trotsky. Ramón Mercader, el asesino de un mito (Debate, 2007). Una obra donde la parte histórica relacionada con la Revolución rusa y la Guerra Civil española es bastante mediocre, pero que la reconstrucción de los pasos de Mercader en México está perfectamente trabajada.


            Seguramente que Chavarría ha tenido todos estos precedente en cuenta para realizar El elegido, película recomendable por la temática y por el trabajo sobre la misma.

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