viernes, 16 de diciembre de 2016

¿Y SI LA HISTORIA HUBIESE CAMBIADO?

Artículo publicado en la edición digital del periódico Diagonal

Siempre se habla de las razones que llevaron a las potencias aliadas a no intervenir en España durante la Segunda Guerra Mundial. Era claro que Franco se había alzado con la victoria en 1939 frente a la República por la ayuda que el fascismo italiano y el nazismo alemán le prestó. También era evidente la concomitancia entre el franquismo y las fuerzas del Eje, que plasmó en la colaboración que Franco y su régimen les dio facilidades para repostar a las fuerzas navales alemanas e incluso el cuidado de heridos. Sin olvidar, ni mucho menos, la ayuda militar a través de la División Azul. Aunque España oficialmente nunca participó en la Segunda Guerra Mundial (Neutral/No Beligerante), la ayuda fue evidente.
            Y es que la anomalía de España era también vista por el resto de fuerzas aliadas. Aun así España fue un asunto espinoso. Nadie quiso abordarlo. La República española y las fuerzas antifascistas españolas fueron abandonadas a su suerte. Y eso, a pesar, de que esos mismos antifascistas se implicaron desde el primer momento en la lucha contra el nazismo y el fascismo en los combates de la Segunda Guerra Mundial.
            Sin embargo, la historia si pudo cambiar. Y de ese acontecimiento es lo que habla el documental Espías en la arena. Un documental dirigido brillantemente por Marta Hierro y Pablo Azorín Williams. Gracias al tesón de su trabajo y documentación han logrado rescatar una historia de esas que son extraordinarias. Un documental que narra como la OSS (Office of Strategic Services), antecedente de la actual CIA, se implicó en una operación de espionaje para poder tomar posiciones en el interior de España. En caso de que España permitiese a Alemania la posibilidad de tomar el Estrecho de Gibraltar o Franco entrase en guerra con el Eje, norteamericanos y británicos bombardearían posiciones estratégicas españolas para desalojar a Franco del poder. Al frente de la OSS estaba el conservador William Joseph Donovan, que consideró de forma coherente que esa misión solo la podría desempeñar convencidos antifascistas. Y fue a reclutarlos al norte de África, donde antifascistas españoles se hacinaban en los campos de concentración. Allí localizaron a militantes o gente en la órbita del PCE que fueron preparados para esta misión que tenía como objetivo cambiar el curso de la Historia. Se puso en marcha la operación “Blackbone”, y dentro de la misma la Operación “Banana”. A partir de ese momento, esos antifascistas españoles pasaban a formar parte de la OSS de los EEUU.
            Sin embargo, lo que empezó muy bien acabó muy mal. Por diversos motivos, la operación fue un fracaso. Algunos cuestiones internas del grupo y del PCE. Otras las motivaciones y preferencias de EEUU, que fue variando con el paso de los meses en la Segunda Guerra Mundial.
            El resultado final fue la detención de más de 200 integrantes del Partido Comunista de España. Entre ellos los espías al servicio de EEUU. Un infiltrado en la organización comunista causó estragos en sus estructuras clandestinas. Los consejos de guerra, auténtica parafernalia del franquismo con sentencias de antemano, se cobró su contribución de sangre. Aunque los integrantes de la Operación “Banana” esperaban que los EEUU interviniesen en su favor (en definitiva eran agentes suyos), tal extremo no se produjo. Hubo consejos de guerra en Melilla, Málaga y Alcalá de Henares. El 16 de enero de 1945 eran fusilados en las tapias del cementerio de Alcalá de Henares algunos de los integrantes de la Operación Banana, entre ellos Manuel Lozar. Su cuerpo permanece en la fosa de la ciudad complutense.
            Fue un duro golpe a la dirección comunista de Jesús Monzón. En esta operación participaron personajes como Ricardo Sicre, Víctor Moreno Cristóbal, Jaime Pérez Tapia, Feliciano Páez, etc.
            Pudo cambiar el curso de la historia, pues su misión era allanar el camino que posibilitara la intervención aliada en España. Cuestión que no sucedió finalmente. Aun así, llama la atención la cantidad de posibilidades a través del espionaje que hubiesen sido motivo de intervención militar aliada contra la España franquista. Hace muchos años, en el trascurso de una investigación histórica sobre la explosión fortuita de un polvorín en Alcalá de Henares en 1947, hice una enumeración de los distintos polvorines que habían explotado en España desde 1939. Me salieron varios: Peñaranda de Bracamonte, Pinar de Antequera, Cádiz, etc. Pero uno me llamo la atención por encima de otros: Ferrol. Allí hizo explosión un depósito de armas en 1943. Todo parecía fortuito. Pero tuve una interesante conversación con el historiador Enrique Barrera Beitia, que había investigado el asunto. Las autoridades franquistas ocultaron de forma deliberada que esa explosión había sido producto de la guerrilla anarquista de la zona en combinación con los servicios secretos británicos por las paradas de los alemanes en la zona para repostar. De haberlo reconocido el gobierno franquista era “causas belli”. Los servicios secretos británicos estaban en contacto con los guerrilleros anarquistas gallegos.
            Una historia la de Espías en la arena que era necesario contar. Pero, como se habló en el coloquio posterior a su presentación, España es diferente. Los que en otros países serían héroes que habrían dado su vida por una causa justa durante la Segunda Guerra Mundial, aquí son olvidados y condenados al ostracismo. Lo que en otros lugares sería motivo de homenajes, dignificaciones e incluso de una serie de televisión, aquí es guardado en un legajo y olvidado. Este acontecimientos solo tiene cabida en los historiadores que han trabajado la época. Recomiendo el libro de Fernando Hernández Sánchez Los años de plomo. La reconstrucción del PCE en el primer franquismo (1939-1953) (Crítica, 2015). También que lean el libro de Feliciano Páez-Camino, hijo de Feliciano Páez protagonista de esta historia, titulada En el sabor del tiempo (Huerga & Fierro, 2012), donde da algunas pinceladas de este asunto. O el texto Muerte después de Reyes de Manuel de la Escalera (Akal, 2015) donde se habla del fusilamiento de alguno de los protagonistas de esta historia. Hay muchos más. Solo es un anticipo.

            Menos mal que Pablo Azorín y Marta Hierro lo han rescatado.  Menos mal que los familiares de los protagonistas lo han recordado. Menos mal que existe cada vez más gente que quiere conocer nuestro pasado. Gracias a trabajos como Espías en la arena es mucho más fácil conocer ese pasado. No se la pierdan.

viernes, 9 de diciembre de 2016

BANALIZAR LA HISTORIA DEL FRANQUISMO

Artículo publicado en la edición digital del periódico Diagonal

Imaginemos por un momento que en Alemania a alguien se le ocurre hacer una serie en la que Martin Bormann, uno de los nazis más destacados y que se suicidó en su huida de Berlín, se enamora de alguna aristócrata alemana y esa bonita historia de amor es el hilo argumental de la serie. Una serie donde no se abordaría los crímenes contra la humanidad que cometió. En realidad sería mucho imaginar en Alemania. Pero en España esas cosas suceden.
            Quede claro que para nada me opongo a que se realicen series donde aparezcan personajes históricos, ya sean polémicos o no. Para eso están los llamados biopic. Pero lo de la serie de Telecinco Lo que escondían sus ojos se ha alcanzado el grado más alto de banalización de uno de los periodos más siniestros y crueles de la historia de España. Y han puesto como protagonista a alguien que representó en aquel momento la cara filo nazi del régimen franquista que había alcanzado el poder definitivo en 1939 tras un golpe de Estado contra la República en 1936.
            La serie, basada en la novela de Nieves Herrero con el mismo nombre, narra la historia de amor de Ramón Serrrano Súñer con María Sonsoles de Icaza y León, marquesa de Llanzol. Ese es el eje central. Lo demás es subsidiario. O no tanto, porque el trasfondo histórico muestra beneplácito y desconocimiento/ocultamiento de la historia.
            Porque ese apuesto galán que representa el actor Rubén Cortada, fue uno de los ejes de la política del franquismo. Ramón Serrano Súñer había sido uno de los políticos derechistas más destacados del periodo republicano. Diputado de derechas, al empezar la Guerra Civil fue detenido y encarcelado en la prisión en Madrid por su apoyo al golpe de Estado. En 1937 logró evadirse vestido de mujer y alcanzar la zona sublevada donde desde el primer momento adquirió un papel protagonista. Muy cercano a las posiciones fascistas, Serrano Súñer promovió la unificación entre Falange (a la que se había adherido, pues durante la República fue integrante de la CEDA) y los Tradicionalistas con el objetivo de conseguir el partido único. Muy unido a Franco (eran cuñados, de ahí su nombre de El Cuñadísimo), Serrano Súñer tuvo una enorme influencia política sobre los gobiernos franquistas. Ocupó los cargos de Ministro de la Gobernación durante la Guerra y de Ministros de Asuntos Exteriores una vez finalizado el conflicto. Igualmente, Serrano Súñer fue el ideólogo del Fuero del Trabajo, una de las Leyes Fundamentales, basándose en la Carta di Lavoro de los fascistas italianos, a los que tanto admiraba.
            Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, y ya como Ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Súñer fue un firme partidario de apoyar al Eje nazi-fascista.  Por su iniciativa se toman contactos y apoyo directo de la España franquista con la Alemania nazi y la Italia de Mussolini. En septiembre de 1940 viajó a Alemania y le acompañó los falangistas más partidarios de los nazis: Demetrio Carceller, Miguel Primo de Rivera, Dionisio Ridruejo, Miguel Tovar, etc. Tras la reunión de Hendaya con Hitler o en Bordiguera con Mussolini, las pretensiones de Serrano Súñer no quedaron del todo confirmadas. Pero su germanofilia y simpatía por los nazis les llevó a promover la creación de la División Azul.
            Ese hombre enamorado de la marquesa de Llanzol en la serie, fue el mismo que en los consejos de ministros de aquel primer franquismo, de aquellos años de plomo, daba visto bueno a las penas de muerte que se producía por decenas todos los días en España. Ese mismo Serrano Súñer consideró “apátridas” a miles de españoles recluidos en los campos de concentración nazis.
            Sin embargo, todas estas cuestiones no las aborda la serie. No hace falta. Lo importante es presentar a un Serrano Súñer enamorado, que se acerca amablemente a los monárquicos, que conversa con el embajador inglés para decirle que España es neutral en la Segunda Guerra Mundial, que no ve bien que Franco de una de cal y otra de arena en el conflicto mundial, etc.
            Un buen lavado de cara para una de las figuras con más poder en la dictadura franquista. La demonización de la República también está presente. El embajador inglés considera que la República amaba a la URSS y Franco a Hitler. Lo segundo es más acertado, pues Franco colaboró con aquel que le había ayudado a ganar la Guerra. Lo primero es completamente falso y forma parte de las falacias que se alimentaron durante cuarenta años de dictadura.
            Y claro, algunos van a estropear esa bonita historia de amor. Una vez que Serrano Súñer ha consumado su amor con la marquesa de Llanzol, unos terroristas ponen un cartucho de dinamita en un carro que explota al paso del coche del ministro franquista. Que malos los rojos. No sabemos si son anarquistas o comunistas. Que más da. Serrano estaba de acuerdo en fusilarlos tuvieran las ideas que tuvieran. Para que nos vamos a parar en detalles insignificantes. O para que vamos a reparar si las prisiones españolas rebosaban de presos políticos, muchos de ellos fusilados. En ese Madrid que narra el romance (devastado por las bombas de los amigos nazis de los franquistas durante la Guerra Civil), en el periodo que Serrano Súñer fue ministro (1939-1942) se fusiló en el Cementerio de la Almudena 2452 personas. Solo allí. En el resto de la provincia mucho más. Y en el resto de España es incalculable aun. Todas ellas aprobada en Consejo de Ministro y ratificadas luego con el visto bueno de Franco.
            El lavado de cara que se ha hecho a Serrano Súñer es increíble a través de esta serie. Cosa que no sorprende viendo como se trata la memoria histórica en este país.
            Aun así hay una cosa curiosa en esta historia de Serrano Súñer con la marquesa de Llanzol. Y es que el Cuñadísimo llegó a tener una hija con ella. No reconocida por él, claro está. Esa hija fue Carmen Díez de Rivera, que estuvo a punto de casarse con Ramón Serrano Súñer Polo, hijo legitimo de Serrano Súñer. Evidentemente ese matrimonio no se produjo porque eran hermanos, lo que llevó a Carmen a hacerse monja e irse a las misiones. Luego entró en política. Primero de la mano de Suárez en la UCD y el CDS donde llegó a ser eurodiputada. Luego mantuvo su escaño cuando en 1989 se pasó al PSOE. Esas historias para no dormir.

            Como conclusión una cosa. Mientras miles de militantes antifascistas y demócratas se pudren en fosas comunes, mientras los juicios sumarísimos del franquismo siguen vigentes, la televisión (en este caso privada) invierte dinero en remozar la imagen de uno de los ministros que llevó a España a uno de los periodos más siniestros de su historia.